El yacimiento arqueológico de la Custodia de Tierra Santa en la ciudad de Magdala se convierte por primera vez en lugar de celebración. La comunidad franciscana de la región de Galilea celebró la fiesta de Santa María Magdalena en su ciudad natal, Magdala, en la orilla occidental del lago de Tiberíades. En 1889, la Custodia decidió comprar allí un terreno que podía contener los vestigios de lo que se creía que era la casa de la discípula de Jesús.
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Fray Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, quien presidió la celebración el 22 de julio pasado, habló de la importancia de esta iniciativa. «Este día es importante para mí precisamente porque es la primera vez que este lugar se convierte en un santuario, es decir, un lugar santo. Un lugar es un sitio arqueológico si ya no nos encontramos para celebrar, para orar. Lo que hemos hecho hoy ha sido de alguna manera hacer de este lugar de encuentro con el Señor un lugar de oración y un lugar de celebración nuevamente», sostuvo.
«Creo que en el futuro muchos peregrinos podrán venir aquí y visitar este fragmento de la antigua ciudad de Magdala. Así que hoy podríamos decir que esto vuelve a ser no solo un yacimiento arqueológico, sino un lugar santo de oración. Espero que los que vengan aquí tengan la misma experiencia que tuvo María Magdalena cuando conoció a Jesús por primera vez», consideró Patton. La celebración finalizó con una procesión de la comunidad y los fieles a lo largo de un recorrido que incluyó toda la zona de las excavaciones arqueológicas de la antigua ciudad.
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