El arzobispo caldeo de Mosul, Najib Mikhael Moussa, presidió recientemente una Misa en el monasterio de San Miguel, sitio que era utilizado por el Estado Islámico como depósito de armas, por lo que la celebración implicó un hito en el camino hacia el renacimiento. En la región, unas 50 familias —de un total de 50.000 personas— regresaron a sus hogares y la labor de reconstrucción de viviendas, lugares de culto y negocios se esfuerza por despegar, por lo que algunos aún decidieron por desplazarse regularmente desde Erbil a la espera de tiempos mejores.
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Moussa, acompañado del obispo de Alqosh, Paolo Thabit Mekko, consideró que «esta liturgia representa el comienzo de la reconstrucción del monasterio» que tendrá lugar «en un futuro próximo» y con ella «el retorno de la oración» a un lugar querido. «El Estado Islámico saqueó todos los bienes del monasterio, vandalizándolos deliberadamente y pintarrajeándolos. El lugar de culto también sufrió bombardeos aéreos, porque los yihadistas lo utilizaban como refugio y almacén para guardar armas y fabricar explosivos», lamentó el prelado.
Los cristianos de Mosul, incluso también los de la Llanura de Nínive, no pudieron rezar en iglesias y monasterios debido a la violencia y al clima de inseguridad. Tanto la reconstrucción parcial de algunos edificios, como la celebración de la divina liturgia en el monasterio por primera vez en 2 décadas —desde la invasión estadounidense de Irak en 2003—, son un nuevo paso hacia la estabilidad. «Esperamos poder seguir rezando en todas las iglesias y monasterios que quedaron destruidos en su momento», imploró Moussa. Desde hace 20 años, la comunidad vive un clima de inseguridad que culminó con el ascenso de los yihadistas.