Cardenal Filoni: «La misión de la Iglesia es moral, espiritual, pero no desvinculada de este mundo»

El gran maestro de la Orden del Santo Sepulcro, Fernando Filoni, aseguró que la Iglesia debe redescubrir su fuerza en su mirada hacia Cristo, después de lograr superar una visión sociológica de intervención en la sociedad. Enfatizó que la misión de la Iglesia nunca debe leerse «como si fuera una competición electoral con porcentajes que los medios de comunicación suelen ofrecer por necesidades periodísticas, incluso ideológicas».

Cardenal Filoni: «La misión de la Iglesia

El cardenal y gran maestro de la Orden del Santo Sepulcro, Fernando Filoni, reiteró que «la misión de la Iglesia es moral, espiritual, pero no desvinculada de este mundo», al asegurar que la Iglesia debe redescubrir su fuerza precisamente en su mirada hacia Cristo, después de lograr superar una visión sociológica de intervención en la sociedad, en las declaraciones que brindó recientemente a ‘ACI Stampa’.

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«En un mundo que cambia rápidamente es natural preguntarse si la Iglesia, en esta realidad camaleónica y convulsa de la geopolítica, incluso financiera, tiene una tarea», sostuvo, tras enfatizar que la misión de la Iglesia no es competitiva y nunca debe leerse «como si fuera una competición electoral con porcentajes que los medios de comunicación suelen ofrecer por necesidades periodísticas, incluso ideológicas». El cardenal Filoni explicó que la misión de la Iglesia es «moral, espiritual, pero no desvinculada de este mundo, es decir, profundamente humana y que vive en y con las crisis de la humanidad».

Afirmó que, desde hace más de un siglo, la interacción de la Iglesia con el mundo es amplia «porque, desde el punto de vista institucional, ya no se ocupa de los imperios emergentes ni de las nuevas naciones, y no hay un episcopado que se ocupe simplemente de la vida religiosa y humanitaria de sus poblaciones». Consideró que el Concilio Vaticano II «completó un desarrollo más amplio de todas las realidades a partir de la dignidad, ligada a la persona y a sus libertades». Además, recordó que la Iglesia «salió de la tradicional Iglesia papa-obispos, Iglesia universal-diocesana, desarrollando formas intermedias de interacción eclesial, muy necesarias para acercarse y conocer el mundo y participar en sus expectativas», y así surgieron las conferencias episcopales y el Sínodo de los Obispos.

«Las conferencias episcopales, sin embargo, como instrumentos de comunión y apoyo mutuo entre los obispos y con el papa, representan uno de los desarrollos más significativos históricamente en la presencia de la Iglesia en el mundo, habiéndose colocado entre las formas de jurisdicción personal —papa-obispo— y colegial —concilios-sínodos—», aseguró el purpurado, tras afirmar que todavía hay mucho que descubrir en esta vocación cristológica y misionera, que se concreta en el papel de los obispos. «Hay quienes piensan ya en un Concilio Vaticano III, y es una opinión respetable. Pero, ¿ha agotado ya el Concilio Vaticano II su función sobre el papel de la Iglesia en el mundo?», planteó.

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