«Muchos en Madagascar perciben la parroquia como el único refugio para todos»

El obispo misionero de Moramanga, Rosario Vella, explicó que «el pueblo, en muchos sentidos, ya no confía en nadie; y en todo esto, muchos sólo se fían de las obras de la Iglesia». Sostuvo que «en Madagascar, muchos perciben la parroquia como un lugar de acogida para los pobres, para los que no pueden estudiar, para los enfermos que buscan ayuda para ir al hospital y ser tratados».

«Muchos en Madagascar perciben la parroquia
Foto: IL Ruspante.

El obispo misionero de Moramanga, Rosario Vella, destacó que «muchos en Madagascar perciben la parroquia como el único refugio para todos», en una entrevista concedida a ‘Fides’ en la que relata la misión de anunciar el Evangelio en un país que lidia con importantes citas electorales y con las consecuencias del COVID, al también el inusual encuentro que tuvo con el Papa Francisco el 27 de octubre. En Madagascar, como en muchas otras situaciones, los programas electorales presentados por los distintos dirigentes nunca llegan a ser operativos.

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«En los 41 años que llevo en el país escuché muchas veces discursos de voluntad de cambio, pero luego nada cambió. Las caras de los políticos son más o menos siempre las mismas, al igual que los eslóganes. Hay corrupción a todos los niveles, ya no sabemos quién es víctima o quién es cómplice en este sistema. El pueblo, en muchos sentidos, ya no confía en nadie. Y en todo esto, muchos sólo se fían de las obras de la Iglesia. En Madagascar, muchos perciben la parroquia como el único refugio para todos y para todo. Un lugar de acogida para los pobres, para los que no pueden estudiar, para los enfermos que buscan ayuda para ir al hospital y ser tratados», indicó Vella.

Afirmó que «las obras de caridad forman parte del camino de fe de la comunidad, alimentado por los sacramentos y la oración». «La labor de anunciar el Evangelio se realiza con gratuidad y dedicación, especialmente por parte de los catequistas. El sacerdote celebraba la misa, pasaba por allí y se marchaba para administrar los sacramentos en otros lugares. En cambio, el catequista comparte la vida cotidiana de la gente en el lugar donde está, conoce a las familias, conoce los problemas concretos», aseguró el prelado salesiano.

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