Sobreviviente de ataque islamista en Mozambique: «El cuerpo de sor María lo arrastraron y tiraron fuera»

La religiosa misionera española, Ángeles López, de 82 años, relató a Obras Misionales Pontificias los instantes de terror que padeció durante el ataque islamista a la misión de Chipene, en los que la iglesia quedó reducida a cenizas, las instalaciones destrozadas y sor María de Coppi, asesinada de un tiro en la cabeza. «Tomaron el cuerpo de sor María, lo arrastraron por los brazos a la calle, lo tiraron fuera a la tierra», afirmó, tras recordar que quedó con los brazos en cruz.

Sobreviviente de ataque islamista en Mozambique
Foto: YouTube OMP España.

La religiosa misionera española, Ángeles López, de 82 años, quien es sobreviviente del ataque islamista a la misión de Chipene, en Mozambique, durante la madrugada del miércoles 7 de septiembre, relató a Obras Misionales Pontificias (OMP) los instantes de terror que padeció durante la agresión, en los que la iglesia quedó reducida a cenizas, las instalaciones destrozadas y sor María de Coppi, comboniana de 84 años, fue asesinada de un tiro en la cabeza. El 6 de septiembre pasado, los misioneros decidieron enviar a los niños a sus casas, pero un pequeño grupo de niñas no pudo marcharse porque vivían lejos. Para no dejarlas solas, una misionera italiana decidió dormir con ellas, y la hermana Ángeles y sor María se quedaron en la casa.

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«María, que era siempre muy optimista, me dijo aquella noche: ‘Oye, Ángeles, yo presiento que alguna cosa va a pasar’. A lo que yo respondí: ‘Ay, María, no digas eso; es la segunda guerra que pasamos, no es la primera. Verás que todo va a ir bien», indicó la hermana Ángeles, tras la alarma de posibles ataques. Explicó que estuvieron juntas hasta 2 minutos antes del atentado islamista, cuando se despidieron para entrar en sus habitaciones. «Sentí un disparo grandísimo. Entonces salté de la cama para avisar a María de que habían llegado. Cuando yo abrí mi puerta, ellos continuaron disparando. Dieron como 5 tiros. Yo me agarré a la pared lo que pude, y tomé la manilla para decirle ‘María, María, están aquí’. Más cuando fui a ver, María estaba en el suelo», indicó. La hermana Ángeles entonces intentó huir por detrás, pero se encontró con hombres armados, que la detuvieron, y empezaron a prender fuego en las habitaciones.

La misionera suplicó que sacaran a la hermana de ahí, para que no se quemara su cuerpo. «Tomaron el cuerpo, lo arrastraron por los brazos a la calle, lo tiraron fuera a la tierra», afirmó, tras recordar que quedó con los brazos en cruz. La sobreviviente de ataque islamista en Mozambique pensó ir corriendo a avisar a su compañera italiana que estaba con las niñas en la residencia, pero no pudo en ese momento. «Fue providencial porque si me hubieran dejado, hubieran descubierto a las chicas», enfatizó, al indicar que estuvo retenida en la puerta de la iglesia durante cerca de una hora, que a ella le pareció una eternidad, mientras quemaban el templo. «En ese tiempo yo solo pensaba que me iban a matar», aseguró, tras recordar que en un momento dado, los atacantes le comentaron que la dejaban en libertad. «Estás libre, mañana sales de aquí, no queremos tu religión, queremos el islam», indicó que le decían los islamistas. «Salí corriendo como una gacela a buscar a mi hermana, que estaba encerrada con las niñas —y todas huyeron al bosque—», enfatizó. «Tuvimos un espacio de unos 7 u 8 minutos, que fue lo que Dios nos dio, porque ellos ya estaban regresando en grupos a continuar su trabajo de quemar», afirmó. El bosque era muy denso, y con gran dificultad lograron avanzar, dado que la hermana Ángeles se quedaba atrás.

«Se me caía la zapatilla, me enredaba, caía», recordó la sobreviviente del ataque islamista en Mozambique. Solicitó a las niñas que avanzaran sin ella, pero una de ellas decidió acompañarla, y ayudarla a saber de dónde venían los ruidos, que ella no podía escuchar sin los audífonos. Al amanecer, cuando ya habían cesado los ruidos, Ángeles decidió regresar, con miedo de encontrarse muertos a los misioneros sacerdotes de la misión. Los encontró vivos, en un edificio que aún ardía y todos salieron antes de que el tejado cayera. En seguida llegó la policía. «Destruyeron todo, todo, todo. No quedó nada», indicó. La hermana Ángeles recuerda con mucha tristeza ver arder las latas de leche en polvo, que ella daba a «sus niños», unos 150 pequeños desnutridos. Además, la monja aprovechó la entrevista para enviar un mensaje a los jóvenes. «Quisiera decir a los jóvenes que merece la pena, que merece la pena gastar una vida por la misión, que hay muchas personas que nos esperan con sed de conocer a Dios», aseguró.

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