El cardenal y prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, denuncia que en el reciente Consistorio extraordinario nadie planteó la cuestión del cardenal y obispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen, de 90 años, quien se encuentra bajo una causa injusta por defender derechos humanos de personas que se manifestaron en Hong Kong, en declaraciones al diario italiano ‘Il Messagero’. Zen, que irá a juicio del 19 al 23 de septiembre próximo, no pudo asistir al último Consistorio convocado por el Papa Francisco, dado que no se le permite salir de Hong Kong.
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Reiteró que en septiembre «habrá un proceso injusto». «Nadie planteó en el Consistorio la gravísima cuestión de nuestro hermano Zen. No lo hizo el decano, el cardenal Re, ni el secretario de Estado, Parolin, ni siquiera el Papa. No hubo ningún documento de solidaridad, ninguna iniciativa de oración por él. Yo espero que no sea abandonado. Evidentemente existen razones políticas por parte de la Santa Sede que impiden tales iniciativas. Me refiero al acuerdo para la renovación de obispos firmado recientemente con el gobierno de Xi —Jinping—. Siento decir esto, pero no podemos someter los intereses de la Santa Sede y del Estado Vaticano a la dimensión eclesial y a la verdad», denuncia el cardenal Müller, al referirse que en el Consistorio no hubo mención del purpurado.
«Quizás la Iglesia debería ser más libre y menos atada a las lógicas mundanas del poder, en consecuencia más libre para intervenir y, si es necesario, para criticar a aquellos políticos que acaban suprimiendo los derechos humanos. En este caso, me pregunto por qué no criticar a Pekín. Zen es un símbolo y fue arrestado con un pretexto, no hizo nada, es un personaje acreditado, valiente y muy temido por el gobierno. Tiene más de 80 años y lo dejamos solo. El temor a intervenir en un tema así que tiene que ver con las relaciones con China es evidente, en mi opinión. La situación con Pekín es compleja, la información aquí llega solo parcialmente y, lamentablemente, no todo es bueno y triunfal», el purpurado alemán.
Recordó que «la Iglesia clandestina es actualmente perseguida en muchos ámbitos y se enfrenta a obispos patrióticos más obedientes al Estado ateo de Pekín que al Papa, sacrificados en el altar de la razón de Estado, para defender y llevar a cabo el acuerdo diplomático con Pekín», tras sostener que evidencia «este riesgo» y siente «dolor». «Lamentablemente, esta duda me avanza», respondió, al ser consultado si el prelado «podría realmente ser sacrificado?». «No es la primera vez en la historia de la Iglesia que se sacrifican cristianos ejemplares. A veces el cinismo de la política se impone a la libertad que nos enseña el Evangelio. Que nuestras palabras sean sí sí, no no», aseveró Müller.
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