CURSO «LA FE CRISTIANA»: TEMA 40. PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO.
Continuación de Curso «La fe cristiana»: Tema 39. La oración.
Por Juan María Gallardo.
- Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios como Padre
Con el Padre Nuestro, Jesucristo nos enseña a dirigirnos a Dios como Padre: «Orar al Padre es entrar en su misterio, tal como Él es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado: ‘La expresión Dios Padre no había sido revelada jamás a nadie. Cuando Moisés preguntó a Dios quién era Él, oyó otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido revelado en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo nombre del Padre’ (Tertuliano, De oratione, 3)» (Catecismo, 2779).
Presentación de Tema 40. Padre nuestro, que estás en el Cielo
Audio —mp3— en Tema 40. Padre nuestro, que estás en el Cielo
Al enseñar el Padre Nuestro, Jesús descubre también a sus discípulos que ellos han sido hecho partícipes de su condición de Hijo: «Mediante la Revelación de esta oración, los discípulos descubren una especial participación de ellos en la filiación divina, de la cual San Juan dirá en el Prólogo de su Evangelio: A cuantos lo han acogido —es decir, a cuantos han acogido al Verbo hecho carne—, Jesús ha dado el poder de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1, 12). Por eso, con razón rezan según su enseñanza: Padre Nuestro».
Jesucristo siempre distingue entre «Padre mío» y «Padre vuestro» (cfr. Jn 20, 17). De hecho, cuando Él reza nunca dice «Padre nuestro». Esto muestra que su relación con Dios es totalmente singular: es una relación suya y de nadie más. Con la oración del Padre Nuestro, Jesús quiere hacer conscientes a sus discípulos de su condición de hijos de Dios, indicando al mismo tiempo la diferencia que hay entre su filiación natural y nuestra filiación divina adoptiva, recibida como don gratuito de Dios.
La oración del cristiano es la oración de un hijo de Dios que se dirige a su Padre Dios con confianza filial, la cual «se expresa en las liturgias de Oriente y de Occidente con la bella palabra, típicamente cristiana: parrhesia, simplicidad sin desviación, conciencia filial, seguridad alegre, audacia humilde, certeza de ser amado (cfr. Ef 3, 12; Hb 3, 6; 4, 16; 10, 19; 1 Jn 2, 28; 3, 21; 5, 14)» (Catecismo, 2778). El vocablo parrhesia indica originalmente el privilegio de la libertad de palabra del ciudadano griego en las asambleas populares, y fue adoptado por los Padres de la Iglesia para expresar el comportamiento filial del cristiano ante su Padre Dios.
Fragmento del texto original de Tema 40. Padre nuestro, que estás en el Cielo de Manuel Belda.
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