Los obispos de Haití precisaron que el momento viven es «extremadamente grave», en un comunicado en el que solicitó a los políticos y a las bandas armadas que eviten que el país se hunda en el caos. El lunes 7 de febrero iba a finalizar el mandato del presidente Jovenel Moïse, quien fue asesinado en la noche del 6 al 7 de julio pasado en su residencia privada. Desde ese momento, el país caribeño es gobernado por Ariel Henry, quien había sido designado anteriormente primer ministro por el mandatario.
Síganos en Telegram
Colabore con Verdad en Libertad
Suscríbase al boletín de VenL«El momento que vivimos es extremadamente grave y particularmente decisivo; es un momento crucial e irreversible de nuestra historia», indicaron los obispos de Haití, al referirse a la crisis que atraviesa el país. «Lo que está en juego es nuestro presente y nuestro futuro y, por lo tanto, nuestra propia existencia como pueblo, como nación, como Estado», aseveraron. En Haití, la violencia aumentó en los últimos meses, con delitos relacionados con la droga y los secuestros. Además, en agosto pasado un terremoto de 7,2 grados se cobró más de 1.000 vidas y hundió a la población en una mayor pobreza.
La Conferencia Episcopal de Haití precisó que el país atraviesa «una etapa difícil en su historia». «El pueblo haitiano no puede más. Está cansado, agotado y exhausto», aseveró. Los prelados de Haití exigieron a los grupos armados y a los secuestradores, quienes «con total impunidad están sembrando la violencia, el miedo, la muerte, el luto, la desolación y la angustia» que «depongan las armas, renuncien a la violencia y a los secuestros, y dejen de derramar la sangre de sus hermanos».
Puede interesarle: Consagran nuevo templo católico en Haití casi 12 años después del terremoto que destruyó el anterior.
