El obispo de Limoges, Francia, Pierre-Antoine Bozo, preside recientemente la Misa de instalación de los benedictinos que vuelven a la abadía de Solignac, ubicada en el departamento del Alto Vienne del centro del país, después de 230 años. Los monjes, quienes fueron expulsados hace más de 200 años durante la llamada ‘Revolución Francesa’, regresan tras la Eucarística del domingo 28 de noviembre pasado al lugar fundado por san Eligio en el siglo VII.
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La Misa de instalación que preside el obispo de Francia fue considerada un signo de la providencia por parte de los católicos de la zona, al tener un significado simbólico en un momento de la historia en el que muchos edificios religiosos en el país europeo son abandonados, demolidos o comprados con fines seculares. La abadía de Solignac, después de que los franceses anticlericales expulsaran a los benedictinos en 1790, fue utilizada como prisión, internado para niñas y como fábrica de porcelana hasta 1930.
Le dimanche 28 novembre Monseigneur Bozo a présidé la messe d’installation des moines du prieuré St Joseph en l’abbatiale de Solignac.
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— Diocèse de Limoges (@diocese_limoges) November 30, 2021
Además, durante la Segunda Guerra Mundial, el lugar sirvió como refugio para maestros católicos antes de recibir a las Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada desde 1945. Las religiosas permanecieron hasta la década de 1990 y finalmente la propiedad se transfirió a la diócesis en 2011. La abadía de Solignac desde hace 17 años se encontraba deshabitada. Si bien la inauguración oficial del monasterio se realizó el domingo 28 de noviembre, en agosto pasado, algunos monjes llegaron allí para prepararse para la reanudación de la vida monástica.
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