Jóvenes participan de la séptima edición de la marcha franciscana en Siria titulada ‘Camino de Francisco’, después de 11 años de pausa debido a la guerra y la crisis en el país de Oriente Próximo. Un grupo de 103 chicos de todas las parroquias y ciudades de Siria —que partió de Autan, pasando por Barshin y Kafroun, hasta Bakto— se unió a los frailes para vivir la fe, la alegría, la sencillez del Evangelio y la espiritualidad franciscana.
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El responsable de la marcha franciscana y de la pastoral vocacional en Siria, fray Samhar Isaac, precisó que la marcha franciscana de este año fue «especial», tras asegurar que «la última edición de la marcha, de hecho, fue en 2010». «Participé en la marcha, llena de ilusión y confiada en que sería hermoso a pesar del cansancio. Quería experimentar cómo vivir la espiritualidad de san Francisco: vivimos la castidad, la pobreza y la obediencia, vivimos el amor y la paz interior. Viví momentos más que maravillosos con personas que se convirtieron en parte de mi familia. Una hermosa experiencia. Mi relación con Dios se fortaleció, aprendí a no apegarme y a renunciar a la mayoría de las cosas que necesitaba en mi vida», aseguró Mera Mousa, una de las jóvenes que participan de la marcha franciscana.
«Esta experiencia es más que maravillosa y nos empuja hacia Cristo. La experiencia que adquirimos durante esta marcha es muy cristiana y nos enseñó cómo a veces vivimos con dudas sobre la existencia de Dios u otras cosas sobre Dios, pero gracias a la marcha recordamos que Dios está siempre presente y está con nosotros», indicó Fadi Saba, voluntario de la séptima marcha. Fray Samhar explicó que «el objetivo de esta marcha era seguir las huellas de san Francisco de Asís y su espiritualidad». «A través de este viaje, con sus mochilas, estos jóvenes pudieron experimentar o comprender lo que vivió san Francisco en Italia. Durante esta marcha, contemplamos la belleza de la naturaleza de nuestro país, y al mismo tiempo visitamos iglesias que eran nuevas para nosotros, y rezamos por las personas que nos acogieron en los monasterios y pueblos que atravesamos, como lo hizo san Francisco», afirmó.
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