Los captores finalmente liberan a los 3 seminaristas secuestrados en el ataque armado al seminario mayor Cristo Rey en la diócesis de Kafanchan, en Nigeria, el 11 de octubre pasado. El sacerdote y canciller de la diócesis local, Emmanuel Okolo, confirmó el miércoles 13 de octubre que los seminaristas fueron puestos en libertad y se encuentran a salvo, tras agradecer a todos los que rezaron por su liberación. El ataque al seminario es el más reciente de los ataques en Nigeria que parecen ir contra las instituciones de la Iglesia católica y el clero.
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«Apenas 48 horas después de su secuestro, nuestros amados hermanos fueron liberados por sus secuestradores. Con nuestros corazones llenos de alegría, alzamos nuestras voces en una sinfonía de alabanza, mientras anunciamos el regreso de nuestros 3 seminaristas mayores, que fueron secuestrados por personas armadas en la capilla del Seminario Mayor Cristo Rey», precisó Okolo en su comunicado. El padre Emmanuel Faweh Kazah, director del instituto Albertine y maestro del seminario donde fueron secuestrados los jóvenes, reflexionó sobre el desafío frente a la persecución que sufren los cristianos en Nigeria. «Nos golpearon pero no nos quedaremos abajo… ¡Llevaremos con valentía la antorcha del Evangelio hasta los confines de la tierra a pesar del aluvión de ataques contra la fe cristiana!», sostuvo, después que los captores liberan a los 3 seminaristas secuestrados.
El obispo de Kafanchan, Julius Kundi, presidió —horas antes de la liberación— la Misa inaugural del año académico en el seminario donde tuvieron lugar los secuestros y animó a los alumnos a reconfortarse en la fe. «Una línea de los salmos me llamó la atención recientemente en mi oración matutina. No teme las malas noticias: su corazón es firme, confiado en el Señor. Note que Dios no promete que los justos no recibirán malas noticias. Lo harán. Así es la vida en este valle de lágrimas. Pero los justos no temerán. Las malas noticias ponen a prueba el corazón… Pero, ¿qué hace que el corazón sea firme y estable? Fe en Dios. Es ‘confiar en el Señor’ lo que ancla nuestros corazones, evitando que se dejen llevar por las olas y el viento del miedo y la ansiedad. Necesitamos una fe fuerte para tener un corazón fuerte. Y esa fuerza la necesitamos ahora más que nunca», reflexionó el prelado.
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