LA VIDA EN CRISTO (1).
Continúa en La Vida en Cristo (2).
Por Silvio Pereira.
Dado que en el 5° y 6° Domingo del tiempo pascual escucharemos el Evangelio de la vid (Jn 15,1-17) me pregunto si hemos sido formados para «permanecer en Él», para «permanecer en su amor». Partiendo entonces de esta expresión de cariz paulino, «la Vida en Cristo», me pareció importante recordar a todos mis hermanos de la comunidad parroquial y a cuantos siguen teniendo conmigo un vínculo pastoral, algunos fundamentos clásicos de espiritualidad cristiana.
Desde el Bautismo ha comenzado para nosotros una Nueva Vida: La Vida en Cristo. Pero esta ‘Vida en Cristo’ es como una semilla que debe alimentarse y crecer. Esta Vida en germen se despliega, se desenvuelve mediante el seguimiento de Jesucristo, un seguimiento que nos haga cada vez más semejantes a Él. Recibimos la potencia de la Vida Nueva del Resucitado para que podamos vivir cómo Él vivió, para hacer del estilo de vida de Jesús nuestra forma de vida. La fidelidad a este camino, la concreción de la vida evangélica, ese ser como otro Cristo es lo que llamamos santidad. Dios hace todo lo que está de su parte mediante el influjo constante del Espíritu Santo, pero a nosotros también nos toca trabajar. Como se dice siempre: la vida en el Espíritu es don y tarea. Esta experiencia de la acción del Espíritu Santo que nos coloca en relación íntima con Cristo y con el Padre, que nos transforma desde dentro solemos llamarla vida espiritual o vida interior. Toda la fecundidad de la Vida en Cristo depende enteramente de la calidad de nuestra Vida en el Espíritu.
Obrar en Cristo: Cultivar la Vida en el Espíritu
Me permito ser muy práctico y simple por el bien de todos. Para llevar vida cristiana, antes de cualquier servicio o actividad apostólica, debe cultivarse el trato con el Señor. Uno parte del encuentro con Él y el discernimiento de su santa voluntad para nuestra vida. Esta falta o disminución del ejercicio de vincularnos cotidianamente con Dios distorsiona y hace infecunda la vida apostólica ¿Pero como cultivamos el trato con el Señor? Enumero de modo clásico los «medios de la Gracia» y lo hago intentando priorizarlos según su orden de importancia.
Medios diarios
- Eucaristía: Sería imposible ahora resumir toda la gracia contenida en ella. Basta decir que no hay mayor bien que éste. En ella se encuentra operante todo el Misterio de nuestra Salvación. El precepto dominical del Día del Señor marca el mínimo legal y pedagógico para sostener un vínculo así como el precepto de comulgar al menos una vez al año para el tiempo pascual. Habría que avanzar hacia «la frecuencia propia del amor», como me gusta decir. Conozco laicos que han integrado la misa diaria a sus vidas, sea en algunas ocasiones semanales o todos los días. Sería deseable pasar del precepto dominical a una mayor frecuencia.
- Lectio Divina: Es un método de oración que nace con los eremitas y los monjes. Se trata de una oración personal estructurada en torno a: Lectura de las Sagradas Escrituras + Oración mental —meditación y contemplación—. La lectura diaria de la Palabra alimenta la vida del cristiano, le hace descubrir la voluntad de Dios. La oración mental es la respuesta a la Palabra leída, buscando recibirla con agradecimiento y aceptarla en la propia vida. La Lectio debería conducirnos a actitudes concretas, a una conversión continua ¿Qué me dice Dios en su Palabra? ¿Cómo puedo responderle con mi vida? Es indispensable que un cristiano practique la lectura y meditación diaria de la Palabra del Señor.
- Liturgia de las Horas: Es la oración oficial de la Iglesia universal. Ya desde el comienzo se estructuró en torno a los salmos, lecturas bíblicas, himnos, intenciones y otros elementos. La idea es santificar el día rezando periódicamente a determinadas horas. Los ministros ordenados y consagrados tenemos obligación por nuestro estado de vida de sostenerla. A los laicos que la han incorporado a su vida de oración les ha hecho crecer inmensamente. Altamente recomendable es rezar Laudes y Vísperas. El Oficio de Lecturas siempre nos trae exquisitas joyas de la sabiduría cristiana. Hoy en día existen múltiples aplicaciones digitales que facilitan rezar de esta forma.
- Devociones particulares: Hay algunas muy difundidas, apreciadas y recomendadas por la Iglesia: la Hora Santa o Adoración Eucarística, el Rosario, el Vía Crucis y el Ángelus. Y sin duda existen una cantidad innumerable de devociones en torno a Jesucristo, a la Virgen María y a los santos —veneración de imágenes y reliquias, advocaciones marianas, novenas y triduos, coronillas, oraciones para decir a diario, etc.—. Cuando la Iglesia dice que son particulares expresa que hay libertad para «gustar y ejercitarnos» en la que más se acomode a la piedad personal y que no hay obligación frente a ninguna. Nadie puede imponerle a otro una devoción y nadie puede practicarlas todas con gusto espiritual. A algunos les convienen más éstas y a otros aquellas. De por sí contribuyen al fortalecimiento de la vida espiritual pero tomadas como el único o el más importante de los medios son insuficientes. Creo que aquí pudimos cometer un error en la educación espiritual del Pueblo de Dios. Hemos tal vez desarrollado en exceso y unilateralmente el uso de las devociones descuidando claramente medios más eficaces como la Eucaristía, la Lectio y la Liturgia de las Horas. Se ha producido cierta «descompensación espiritual» y hemos olvidado aquellos medios que contienen más elementos formativos. Habría a mi ver que disminuir la centralidad de la dimensión devocional de la piedad particular y volver
a recuperar privilegiándolos, los medios más comunes a toda la Iglesia —Eucaristía, Lectura orante de la Sagrada Escritura y Liturgia de las Horas—. Cabe aclarar que la verdadera devoción debería llevarme a Jesucristo y a su Iglesia, a la Eucaristía y a la Palabra, como también a la oración mental —la devoción es para la contemplación—. - Examen de conciencia: Revisión, generalmente nocturna, de lo vivido durante el día a la luz del Evangelio. Se trata de un discernimiento diario: ¿he vivido según la voluntad de Dios? Es extremadamente útil detenernos a reflexionar acerca de cómo estamos viviendo.
- Lectura espiritual: Escritos espirituales que incentivan el fervor, el deseo de santidad, son formativos, etc. Es bueno realizar la lectura espiritual intentando priorizar autores santos o de reconocida virtud cristiana.
LA VIDA EN CRISTO (1). Por Silvio Pereira.
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.