Por Juan María Gallardo. Cuentos para reflexionar y orar: El traje de novia

 

El traje de novia

Hace meses me contaba un amigo, cuya esposa había muerto pocas semanas antes, que revolviendo los viejos arcones de la muerta, se había llevado una monumental sorpresa al encontrarse, en uno de ellos, un vestido de novia. ¿Cómo?, ¡si ellos se habían casado con traje de todos los días! Recordaba que habían tenido, por esto, un serio disgusto. Porque ella estaba encaprichada en casarse de blanco. Pero él se había impuesto: No, no, eso era una vieja tradición fuera de sentido. Y ahora, catorce años más tarde, encontraba en el armario, aquel vestido. ¿Es que su esposa llegó a comprarlo antes de casarse y nunca se atrevió a decírselo a él, en vista de su oposición? ¿Es necesario que la muerte se lleve a nuestros seres queridos para que empecemos a darnos cuenta de lo que teníamos a nuestro lado?

Días después mi amigo logró arrancar a sus hijos un secreto que también ellos guardaban celosamente: su madre no había perdido nunca la vieja ilusión. A veces, incluso, se ponía en casa aquel vestido que no pudo estrenar en su boda y terminaba siempre con lágrimas en los ojos.

Lloraba mi amigo al contármelo. Y se daba de golpes ahora que descubría, demasiado tarde, que una intransigencia suya había herido durante tantos años una de las fibras del alma de la mujer querida «¡Ah —me decía— si yo pudiera volver a casarme hoy con ella!».

¡Cuántas veces, casi sin querer, hacemos sufrir a nuestros parientes, amigos y compañeros! Pero no podemos volver atrás. Ya pasó el hecho egoísta y no hay más remedio que arrepentirse y aprender para no repetirlo otra vez De nada sirve escarbar el pasado para volver a sufrir. Dios nos ha perdonado y tenemos que seguir adelante, viviendo con mayor madurez y sabiduría.

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