UNA PARÁBOLA DE FIN DE AÑO.
Por Silvio Pereira.
Creo que sería bueno reflexionáramos sobre el 2020 que culmina. Meditemos acerca de cómo lo hemos vivido en cuanto discípulos misioneros de Jesucristo, a nivel de toda la Iglesia, la comunidad de fe local y personalmente. Obviamente sería saludable que saquemos conclusiones para encarar el futuro que se avecinda. Les dejo este relato:
El Adversario se reunió con sus secuaces en la ‘Escuela de planificación y estrategia para demonios’ y les dedicó este discurso:
«Miren querida tropa, ángeles caídos y servidores humanos, lo que nos enseña la historia de nuestra guerra.
A veces hemos pensado que había llegado la hora de la victoria definitiva. Habían quedado pocos, unos 30 y atacamos con toda nuestra furia para extinguirlos. Pero no advertimos que los 30 eran el fruto de la purificación, que estaban fuertes y vivían en santidad. Dios nunca permite que arrebatemos todo. Quedaron 10 y al poco tiempo eran ya 60 firmes y santos. Sus mártires son fecundos. Y ofuscados atacamos de nuevo a fondo y sólo los hemos multiplicado vigorosos. Esa estrategia no ha funcionado para nada.
En cambio fíjense lo que nos ha funcionado. Nos hicimos los distraídos y aparentamos desatender su andar hasta que creyeron que ya no estábamos, que no existimos. Los dejamos crecer hasta 10.000 y subrepticiamente, disfrazados, nos hemos colado entre ellos. Les hemos ido convenciendo que no era necesaria la santidad, que igual se salvaban viviendo mediocremente. Les hemos enseñado a naturalizar sus criterios para que vivan como normal lo que vive el resto del mundo y les hemos inculcado que su Dios así lo quería. Hemos ido quitando el Evangelio del Dios Vivo y les hemos puesto en las manos nuestro evangelio del mundo. Los hemos anestesiado y han dejado de entrenarse en la Cruz. Les hemos seducido y han consentido cada vez más en disminuir y atenuar la presencia del Señor en sus vidas. Hemos utilizado magistralmente las adversidades, logrando un gran éxito: introdujimos fuerte la idea que debían resguardarse según los criterios del mundo que dominamos. Entonces hemos logrado incluso quitarles los dones más poderosos donde se comunica la Gracia. Al fin, así debilitados, hemos dado el zarpazo. Eliminamos 8.000 de un golpe. Entre los 2.000 quizás haya 100 firmes y santos. A los 1.900 los hemos dejado para que tomen una decisión. Esperemos y trabajemos sin desmayo para que no opten por la santidad. Porque permaneciendo sin grandes cambios, o sea, débiles, anestesiados y mediocres podemos seguir jugando con ellos. Así nos aseguramos que en la Iglesia sigan esparciendo el clima de derrota y desaliento tras cada derrota. Total la dejaremos seguir creciendo así, entusiasmada por el número sin considerar la calidad de sus miembros para la batalla. Dejemos, colegas, que críen hijos para la muerte.
Queridos súbditos, sabemos lamentablemente que sólo ganamos batallas. La guerra está perdida para nosotros. La victoria es de Dios. Pero les ruego seamos astutos, sigamos actuando de tal forma que nos llevemos con nosotros la mayor cantidad que podamos. Si no podemos ganar intentemos al menos que se pierda la mayoría de ellos. A eso podemos aspirar».
Mi mejor deseo para toda la Iglesia en este 2021 que comienza es que sople fuerte entre nosotros el Espíritu Santo. Que venga a realizar justamente la obra de santificación de la Esposa de Jesucristo, la Iglesia. Que con renovado discernimiento podamos todos anhelar, descubrir y realizar en nuestra vida la Voluntad de Dios. Esa es nuestra mayor dicha y alegre esperanza, su Santa Voluntad.
¡Feliz 2021!
UNA PARÁBOLA FIN DE AÑO. Por Silvio Pereira.
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.