Por Lenin De Janon Quevedo. HERIDAS DEL ABORTO EN RUSIA (1 de 2)
URSS, pionera en políticas abortistas hospitalarias
Una vez más la Argentina repite la historia de discutir el aborto como política de salud. En esta oportunidad, a los justificativos conocidos como la mortalidad materna, se añade una promesa de campaña electoral inexplicablemente convertida en un absoluto moral. Sin embargo, la política argentina no es pionera en el análisis sesgado de las estadísticas o la formulación de políticas públicas funcionales a espurios intereses partidistas.
Vale recordar que en este año 2020 se cumple un siglo de la promulgación del Decreto de los Comisariados de Salud Pública y de Justicia que convirtió a la Rusia soviética en el primer estado del mundo en permitir la interrupción provocada del embarazo en condiciones hospitalarias y de manera gratuita. Una disposición que prohibía la ejecución del procedimiento a manos de alguien que no fuese médico y disponía la comparecencia ante una corte popular de la persona no médica que realizara un aborto, o, incluso del médico, si éste era motivado por intereses sórdidos.
El decreto resaltaba una morbilidad del aborto del 50% y una mortalidad del 4%; datos que no han sido comprobados ya que en la Rusia zarista las prácticas abortivas eran ejecutadas por curanderos o parteras y no existían registros. Además, catalogaba al aborto como un ‘mal’ para los colectivos de obreros y campesinos que el gobierno soviético se proponía desaparecer mediante el fortalecimiento de la construcción socialista y la propaganda antiabortista entre las trabajadoras, a fin de cumplir con los principios del cuidado de la maternidad e infancia. También hacía referencia a las difíciles condiciones económicas y resabios morales del pasado que obligaban a las mujeres a recurrir al aborto, y, dado que la penalización había demostrado ser ineficaz, la legalización pretendía cuidar la salud de la mujer y los intereses de la raza, de salvajes y maliciosos depredadores.
Pero el decreto parecía encerrar una contradicción: si el aborto era un mal ¿por qué legalizarlo?
Discurso ideológico en detrimento del análisis de los datos
Para el catedrático Alexandre Avdeev, ese decreto representaba más bien una conclusión lógica de un debate iniciado en la Rusia zarista y no tanto un ideal socialista. Basta mirar a la influyente Sociedad de Médicos ‘Piragov’ que en 1913 ya se había pronunciado por la liberalización del aborto por considerarlo un mal menor. Y si bien la legalización facilitó la existencia de registros, la ideología terminó imponiéndose por sobre la observación.
Avdeev da a entender que la visión de los bolcheviques sobre la persona como el producto de tan solo las relaciones sociales, redujo al aborto a un simple fenómeno social, convirtiéndolo en el termómetro del progreso de la sociedad; de modo tal, que las estadísticas se limitaron a describirlo y dejaron de vigilar las políticas de salud. El autor remarca que las autoridades sanitarias optaban por un discurso ideológico abstracto en lugar del análisis de los datos.
A propósito de esta visión de la persona humana, la pedagoga Olga Cherstvaya hace notar que luego de la revolución socialista de 1917, hasta inicios de los años 30, la Rusia soviética aprobó y legalizó diferentes formas de uniones conyugales a fin de patrocinar la complejidad y diversidad de las familias. La diversidad incluía las nociones de familia tanto de Nadezhda Krupskaya, esposa de Lenin, para quien la función del hogar era la educación en amor al trabajo, a la patria y respeto a los padres y ancianos; como las de Aleksandra Kolontai, feminista comunista que pensaba que la familia iba a desaparecer por haber perdido su función económica tradicional. Para Kolontai, la emancipación de la mujer comprendía la transferencia del cuidado de los hijos a la sociedad y la elección libre de sus parejas sentimentales.
Consecuencias de la política abortista soviética
Las consecuencias del decreto no se hicieron esperar. La gratuidad no se pudo sostener y se incorporaron tarifas para los motivos no sociales. Los índices de natalidad comenzaron a descender poniendo en crisis la supervivencia de la raza, objetivo enunciado en los mismos considerandos del decreto de 1920. Para 1936, el aborto voluntario había sido suprimido por completo y limitado a estrictos motivos médicos.
Pero 16 años valieron para demostrar que la legalización no se sustentaba sobre estadísticas sanitarias y que, contrariamente a la teoría de que las mejores condiciones de vida requerían menor control de natalidad, las mujeres con mayor poder adquisitivo solicitaban mayor número de abortos. Fueron años en los que el aborto se instaló como el primer, y tal vez único, método anticonceptivo en una sociedad que alentaba a los jóvenes a satisfacer sus necesidades sexuales, sin dedicar recursos para la educación de la sexualidad ni programación de la maternidad, toda vez que la anticoncepción era considerada una costumbre pequeño-burguesa.
Heridas del aborto en Rusia (1 de 2). Publicado originalmente en: Instituto de Bioética / UCA – Vida y Ética Año 21 Nº 1 junio 2020.