YO NO SOY EL MESÍAS.
Por Mario Ortega.
Jn 1, 19-28. Yo no soy el Mesías. 2 enero. Feria de Navidad
Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
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Yo no soy el Mesías
- Juan el Bautista no se queda sólo en el Adviento. También nos aparece aquí, avanzado ya el tiempo de Navidad. Aparece en su diálogo con un grupo de sacerdotes y levitas que le preguntan sobre su identidad y su misión. ¿Eres tú el Mesías? le interrogan a quemarropa. Mucha gente creía que lo era. Pero Juan niega rotundamente. Lo mismo después cuando le siguen preguntando si entonces es Elías o algún otro profeta. No y no. Yo soy sólo la voz que grita en el desierto y le prepara el camino al Señor.
- Juan se hace humilde una y otra vez. Rehuye la fama, la apariencia, la mentira, la riqueza o los honores. Elige una y otra vez la verdad. Y ese vivir en verdad es la humildad, según nos recordaba Santa Teresa. La humildad es una virtud que hay que ir eligiendo siempre. No se puede vivir de las rentas. Hemos de hacernos cada día humildes, puesto que la soberbia, el primero y principal de los pecados capitales, tiende a aflorar siempre, cuando nos descuidamos.
- ¿Eres alguien que busca ser reconocido y aplaudido? Ese no es el camino que recorrió Juan, ni Jesús, por supuesto. Buscando honores y vanidades, nos alejamos de la humildad y, por tanto, de la verdad. Sin embargo, cuántas veces preferimos ser cabeza de ratón que cola de león. Qué pocos son los que de verdad quieran representar a los pastores del belén o a Juan Bautista predicando soledades y verdades incómodas a los oídos del mundo. La humildad se hace cada día. Hemos de hacernos humildes constantemente. Navidad es tiempo propicio para ello y el año recién comenzado, un buen motivo para hacer este santo propósito.