Shazia Imran, una viuda cristiana de 40 años, fue secuestrada, violada y asesinada por 4 musulmanes por no querer convertirse al islam. El principal sospechoso del crimen, que incluyó un intento de ocultación del cuerpo con ácido, es Mani Gujjar, un pretendiente que intentó obligarla a convertirse para que se casara con él. Shazia —cuyo marido falleció en circunstancias nunca aclaradas— trabajaba en una guardería de la Lahore University of Management Sciences (LUMS) y allí habría conocido al hombre que presumiblemente la mató.
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Suscríbase al boletín de VenLLos familiares de la mujer, madre de 3 hijos, la buscaron después que por la noche al terminar su turno, no volvió a casa. Posteriormente, la familia decidió llamar a la policía, al indicar que está convencida de que su marido, asesinado a golpes hace 18 meses, no fue atacado por «matones», como la policía desestimó el hecho, sino por las mismas personas que masacraron a Shazia. La agresión hasta la violación como «método coercitivo» de conversión, sobre todo de mujeres pertenecientes a minorías religiosas, es algo habitual en Pakistán. El caso de Shazia desató en las últimas semanas una nueva ola de miedo, pero también de protestas en la minoría católica del país.
La mujer asesinada le había confiado a una cuñada las amenazas de Mani Gujjar para que se convirtiera y se casara con él. De los 4 acusados, la policía arrestó a Mani, mientras que el hermano y 2 primos que presuntamente participaron en la violación grupal y el asesinato siguen prófugos. «Hay que frenar cuanto antes la persecución contra las minorías religiosas», precisó Joseph Jansen, presidente de ‘Voice for Justice’, al denunciar que este «tipo de violencia contra las niñas y mujeres cristianas» aumenta de manera alarmante.
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