VENID, QUE TODO ESTÁ PREPARADO.

Por Mario Ortega.

Lc 14, 15-24. Venid, que todo está preparado. Martes semana 31 del TO

Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa dijo a Jesús: «Dichoso el que tenga parte en el banquete del reino de Dios!».

Jesús le dijo: «Un hombre dio una gran cena e invitó a muchos. A la hora de la cena envió a su criado a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero ellos comenzaron a una a excusarse. El primero dijo: ‘Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes’. Otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y he de probarlas. Te ruego que me disculpes’. Y otro dijo: ‘No puedo ir porque acabo de casarme’.

El criado regresó y se lo contó todo a su amo. Entonces el amo, indignado, dijo a su criado: ‘Sal en seguida a las calles y callejas de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos’. Volvió el criado, diciendo: ‘Señor, he hecho lo que me mandaste y aún queda sitio’. Y el amo le contestó: ‘Ve por los caminos y cercados y obliga a otros a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos primeros invitados comerá de mi cena’».

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Venid, que todo está preparado

  1. El capítulo 14 de San Lucas está dedicado casi en su integridad a las enseñanzas de Jesús durante un banquete al que asiste. Primero se fija en que todos van ocupando los primeros puestos y nos enseña la humildad de buscar siempre los últimos, después nos dice que no invitemos a nuestros banquetes a los ricos, sino a los pobres, para que nuestra recompensa sea sólo Dios.
  2. Ahora sigue hablándonos con otra imagen de un banquete, de una cena que ofrece un hombre que ordena a su criado que vaya a llamar a los convidados. Venid, ya está todo preparado. Pero esos invitados a la cena se empiezan a excusar: Acabo de comprar un campo, unos bueyes, me acabo de casar… Excusas, con las que se declina la invitación.
  3. Las excusas son un grave problema en nuestra vida espiritual. Cuando vemos claramente que Dios nos está invitando a seguir un camino, cuando vemos una señal clara de la voluntad de Dios, pero la pereza, el miedo o la mundanidad nos llevan a excusarnos, a rehusar participar más plenamente de esa amistad que Dios nos ofrece. No se trata ahora de hablar de grandes pecados que nos alejan de Dios, sino de las excusas que nos impiden acercarnos más a Él. Sean pecados o sean excusas, se trata de la misma voluntad humana que rechaza a Dios.

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