El Vaticano afirmó que «aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido» a Dios, en la carta ‘Samaritanus bonus’ de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicada el martes 22 de septiembre y aprobada por el Papa Francisco en junio pasado. La misiva reafirmó la posición ya expresada varias veces por la Iglesia, al reiterar su condena de modo especial en este tiempo frente al avance de la legislación en cada vez más países que autorizan la eutanasia y el suicidio asistido de personas gravemente enfermas, y también de las que están solas o tienen problemas psicológicos.
«El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico. Así como no se puede aceptar que otro hombre sea nuestro esclavo, aunque nos lo pidiese, igualmente no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque éste lo pida», precisó el texto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que tiene como prefecto al cardenal Luis Ladaria. Aseguró que suprimir un enfermo que pide la eutanasia «no significa en absoluto reconocer su autonomía y apreciarla» sino «desconocer el valor de su libertad, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor, y el valor de su vida». Además, denunció que este modo «se decide al puesto de Dios el momento de la muerte» y es por eso que el Vaticano reiteró que «aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador».
Indicó que «incurable no es nunca sinónimo de ‘in-cuidable'», dado que quien sufre una enfermedad en fase terminal, así como quien nace con una predicción de supervivencia limitada, tiene derecho a ser recibido, cuidado, rodeado de afecto. Recordó que la Iglesia es contraria al ensañamiento terapéutico, pero aseveró como «enseñanza definitiva» que «la eutanasia es un crimen contra la vida humana», y que «toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave» que «ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo». «Cuando la curación es imposible o improbable, el acompañamiento médico y de enfermería, psicológico y espiritual, es un deber ineludible, porque lo contrario constituiría un abandono inhumano del enfermo», enfatizó el documento que se centra en el sentido del dolor y el sufrimiento a la luz del Evangelio y el sacrificio de Jesús.