Querido Señor:

El número 2558 del Catecismo nos dice que la oración es una relación viviente y personal con Vos -Dios vivo y verdadero- para vivir de Vos. Vivimos de Vos cuando, como el gajo, estamos unidos a la planta: si el sarmiento no está unido a la vid… se seca.

Gracias, Señor, por invitarnos a vivir de Vos, como lo hacen los parásitos: el clavel del aire en los árboles y las garrapatas en los animales. Sin Vos, Señor, no podríamos vivir como no lo podría hacer un bebito absolutamente abandonado. No queremos separarnos, no queremos una independencia autosuficiente que suponga rechazarte.

Si el gajo se poda… se seca; no se seca inmediatamente, pero… pasado el tiempo… Lo mismo pasa con la acedia, acedía o tibieza espiritual. Pero lo que no puede hacer la naturaleza (que el sarmiento muerto vuelva a dar frutos) si lo podés hacer Vos.

Gracias, Señor, por todas las veces que me has devuelto la vida…, que me resucitaste…, que me perdonaste mis pecados suicidas. ¡Gracias, Señor, por el bendito sacramento de la Reconciliación! Y ayudame a no volver a quitarme la vida espiritual.

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