Nuevos detalles evidenciaron en las últimas horas el alcance de los acontecimientos del domingo 26 de marzo en la parroquia católica de San Nicolás en Talas, Kirguistán, donde al final de la Misa vespertina, cuando los fieles empezaban a salir de la iglesia, algunos policías y agentes del Comité Estatal para la Seguridad Nacional entraron armados en el lugar de culto y obligaron a los que salían a volver a entrar en el edificio religioso.
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Los agentes multaron, con 90 dólares a cada una, a la hermana Daniela Činčilová y a la hermana Eva Eliašová, ciudadanas eslovacas de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza, en el marco de un procedimiento penal, dado que según las autoridades que ordenaron la intervención, las religiosas son responsables de predicar ilegalmente el catolicismo entre los habitantes de Talas sin autorización de la Comisión Estatal de Asuntos Religiosos. Los agentes impidieron a los fieles presentes abandonar el edificio, al decir que eso no sería posible hasta que las religiosas firmaran el documento que las declaraba culpables, reteniéndolas en la iglesia durante una hora y media.
La Hermana Daniela y la Hermana Eva firmaron, para evitar cualquier consecuencia que pudiera acarrear su prolongada negativa, a pesar de que el servicio litúrgico se celebró con el respeto de las normas. Durante la Misa, las 2 monjas misioneras solamente leyeron desde el ambón las lecturas previstas por el calendario litúrgico, por lo que no predicaron ni presidieron la celebración de la Eucaristía, acciones ambas que un ciudadano extranjero en Kirguistán sólo puede realizar si está en posesión de un certificado. La policía aseguró tener pruebas fotográficas que mostrarían a las monjas en el acto de predicar.
«Ahora tenemos más claro el panorama de lo sucedido y procederemos de acuerdo con los instrumentos legales que, según la legislación vigente, nos son otorgados. Creemos que la entrada de agentes armados en la iglesia es un gesto inadmisible y que la decisión de multar a las dos religiosas fue tomada por error por el personal local, ya que probablemente no distinguieron correctamente entre las funciones que corresponden al sacerdote —presidir la Misa y pronunciar la homilía— y las que pueden corresponder a los demás bautizados, y que las 2 religiosas realizaban sin violar el código penal», afirmó Damian Wojciechowski, director de la curia de la Administración Apostólica de Kirguizistán.
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