SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR.

Por Mario Ortega.

Lc 11, 1-4. Señor, enséñanos a orar. Miércoles de la semana XXVII del TO

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
-Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
Él les dijo:
-Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación».

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Señor, enséñanos a orar

1. Jesús nos regala la oración del Padrenuestro en la escena que hoy relata San Lucas y en la que los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar como Juan enseñaba a hacerlo a sus discípulos. Es fácil deducir que esta petición no era fruto sólo de un deseo de unos discípulos de verse instruidos y guiados por el maestro. Sino que estaban experimentando en su corazón una necesidad imperiosa de Dios mismo, del Dios Padre bueno y providente, sin el cual estamos completamente perdidos en este mundo. Es decir, estaban mostrándole a Jesús humildemente su condición de hijos necesitados.

2. Por eso Cristo les enseña las palabras que guiarán toda experiencia de oración. Porque las frases del Padrenuestro no son sólo las palabras más precisas y preciosas con las que podemos dirigirnos a Dios Padre, sino que nos sitúan en toda una vida de oración, es decir, de relación filial y continua de Dios. De modo que nuestra vida se convierta en una alabanza —santificado sea tu nombre—, en esperanza viva —venga tu Reino—, en amor loco e incondicional que quiere cumplir la voluntad del amado —hágase tu voluntad—…

3. La oración no son sólo palabras. Es un estilo de vida. Y el Padrenuestro es como la autopista o los raíles del tren por los que puede circular esa vida cristiana y llegar a su destino. Jesús, enseñándonos a orar con el Padrenuestro, nos enseña a vivir como hijos de Dios, a vivir su vida de Hijo único de Dios… Con el Padrenuestro aprendemos no sólo a orar, sino a vivir.

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