Saúl Castiblanco de ‘Gaudium Press’ indicó, al citar la nota de Matteo Matzuzzi en ‘Il Foglio’, que el nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández, «en una semana ha dado más entrevistas que Ratzinger en 24 años», en un artículo titulado «Sobre la ‘locuacidad’ de Mons. Fernández y el examen a que está(rá) siendo sometido», que fue publicado el jueves 13 de julio. Reiteró, al analizar la comparación, que «el Papa alemán no era tan mediático por esos días, y eso que tuvo uno de los gobiernos más largos al frente de la entonces Congregación de la Doctrina de la Fe, habiendo sido escogido para ese cargo por Juan Pablo II en 1981 y abandonándolo solo para ser Papa en el 2005».
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«Es cierto que en muchos sentidos es comprensible lo que ahora ciertos medios llaman ‘locuacidad’ del neo-Prefecto, pues no es fácil recordar un nombramiento de curia vaticana que haya generado más ríos de tinta y post en internet que el de Mons. Víctor Fernández. Y, evidente, se presenta la oportunidad para que el futuro Cardenal responda las críticas, despeje las dudas, aclare sus posiciones, y para ello encontrará abiertas las puertas de todos los medios de comunicación, tanto de tirios como de troyanos», sostuvo Castiblanco. «Sin embargo, igualmente es cierto que esa sobre-exposición mediática también puede ser potenciadora de nuevas polémicas, y hasta de nuevas confusiones, pues justamente la hiper-atención ya suscitada por la figura del prelado, hace que sean muchos los ojos —benévolos y no tanto— que están siguiendo ‘con lupa’ todo lo que está diciendo», enfatizó.
Explicó que «por ejemplo, ya algunos se aventuran a realizar perfiles psicológicos de Mons. Fernández a partir de sus declaraciones; algunos también apuntan su hipotética capacidad de acomodación a los diferentes públicos, de acuerdo a cada medio de comunicación; y otros aventuran a mostrar contradicciones entre las declaraciones que ha dado aquí con las que ha dado allá». Es por eso que mencionó lo que indicó Matzuzzi en ‘Il Foglio’. «Y en todas [las entrevistas] se justifica, trata de tranquilizar, hace el elenco de [sus] publicaciones y currículum, defiende al Papa y dice que quienes lo atacan en realidad están enfadados con Francisco. Ha hablado tanto y de todo, desde la bendición de las parejas homosexuales (…) hasta los Sínodos, desde los nuevos desafíos a la perversidad del Santo Oficio otrora y de los métodos ‘inmorales’ seguidos por sus predecesores», precisó Matzuzzi.
«Sin embargo, parecería no ser un mal consejo —que por lo demás ya le han dado, claro, sin que él lo haya pedido— decirle al Arzobispo que vaya más despacio, porque toda nueva función requiere una curva de aprendizaje, que conlleva más o menos tiempo, pero que nunca es inmediata. Y que su escenario natural hasta ahora, la gran nación Argentina, no es Roma, sinónimo del orbe entero. Por lo demás, ¿los medios…?: contentos con la actitud locuaz del futuro Cardenal. A veces en las salas de redacción escasean los temas; por ello cuando alguien los ofrece a borbotones, pues ‘bienvenidos sean’. Contentos por ejemplo, con comparar las declaraciones dadas a un medio, en las que se descubre su claridad con el concepto de ‘herejía’, con las dadas en otra entrevista, en las que insinúa que es un término más bien del pasado», aseguró Castiblanco. «Es claro, el Arzobispo en su sabiduría sabrá con quien habla y cuanto habla, y tiene todo el derecho, repetimos, dado el boom no enteramente pacífico que suscitó su nombramiento. Pero no necesariamente su hiper-presencia mediática en estos días puede ser sinónimo de fortaleza, o seguridad, o adecuación para el cargo, si se reparan en comentarios como los del citado Matzuzzi, quien afirma sin tapujos que tanta entrevista ‘es un signo de debilidad, como lo ha sido la inusual publicación de parte de la Sala de Prensa vaticana de (casi) toda la opera omnia del nuevo prefecto’», enfatizó.
Indicó que «tal vez le convenga a Mons. Fernández considerar el ejemplo del recientemente escogido prefecto del Dicasterio para los Obispos, el agustino y americano Prevost, a quien en su momento no faltó quien cuestionase idoneidad o preparación, pero que hoy realiza su labor de manera pacífica, en la discreción a la que nos tienen acostumbrados esos cargos». «En fin, Le style c’est l’homme parece que dijo el conde de Buffon: cada hombre tiene su estilo, que no es necesariamente mejor o peor sino el suyo, pero que sí va revelando lo que hay de interno. Lo cierto es que el interés, más que por su persona, por lo que haga el nuevo Prefecto, no va a disminuir, pues muchos consideran que lo que está en juego en su labor es nada más ni nada a menos que la fidelidad a Cristo de la Iglesia que Él fundó. Es claro, hay otros que quieren otra cosa, de él, bien ajena a esa fidelidad, hasta incluso lo completamente opuesto. La partida, pues, está servida y apenas comenzando», consideró Castiblanco.
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