La organización pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada concedió el VIII Premio a la Libertad Religiosa 2023 a Stephen Amos y Pius Tabat, seminaristas del Seminario Mayor del Buen Pastor de Kaduna, en Nigeria, que sobrevivieron al secuestro en el que su compañero Michael Ndani fue asesinado por sus captores, los pastores Fulani, a causa de su fe en Cristo. Ambos permanecieron varios días en cautiverio, mientras sus secuestradores intentaron obtener un rescate de parte de sus respectivas familias.
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Pius y Stephen fueron raptados durante la noche y se los llevaron a punta de pistola. Junto a otras 7 u 8 personas los hicieron arrojarse sobre el suelo desnudo, apretujados y con frío. «Más tarde, nos hicieron llamar por teléfono a nuestros padres para comunicarles nuestro secuestro, mientras tanto nos pegaban. Se trataba de un ataque a nuestra fe cristiana», indicaron. Recordaron que pasaban el día con los ojos vendados y sentados bajo un árbol, mientras los alimentaban con arroz. Comían y bebían agua en el recipiente que los islamistas utilizaban para llevar combustible para sus motos. Los secuestradores los golpeaban a diario en la cabeza, en la espalda o en cualquier otra parte del cuerpo.
Precisaron que durante los días en los que junto a su compañero Michael Nnadi permanecieron secuestrados, sufrieron también vejaciones a su fe. «Nos obligaban a entonar los cantos que normalmente cantamos en la iglesia o a bailar para ellos. Mientras cantábamos y bailábamos con los ojos vendados, nos golpeaban», recordaron los seminaristas. Explicaron que uno de los secuestradores comenzó a hacer preguntas a los seminaristas sobre la fe católica. Incluso le solicitó a Michael que le enseñara el padrenuestro y se lo enseñó. Pius sostuvo que tal vez los demás se enteraron de ello o el secuestrador mismo se lo contó, y fue cuando vinieron a buscar a Michael para asesinarlo.
«Después de tantos días de cautiverio, de tanto dolor, deshumanización y palizas íbamos a ser libres. No creemos que sea una coincidencia que nos liberaran 4 días después de su muerte. Fue como si su sangre nos hubiera liberado: él pagó el precio de nuestra libertad», reflexionaron. Michael, Stephen y Pius fueron atacados por la fe que profesan. «Aún me estoy recuperando del secuestro. El maltrato, las palizas y todo lo que nos infligieron no hicieron más que incrementar mi fe y ayudarme a seguir con más fuerza mi objetivo de convertirme en sacerdote», destacó. Stephen reconoció que se siente libre, y que su voluntad de ser sacerdote se incrementó. Rezó por su «hermano Michael».
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