SANTA CASILDA DE TOLEDO, VIRGEN.
Por David Saiz.
En árabe, Casilda significa «cantar». Verdaderamente nuestra virgen Casilda hizo honor a su nombre ya que supo cantar a su Esposo, Nuestro Señor Jesucristo, a pesar de haber nacido en tierra pagana.
Hija del sultán de Toledo
Su padre era el sultán o rey moro de Toledo, que en aquella época todavía se encontraba bajo dominio islámico. La reconquista de la antigua capital de la España visigoda la realizará, poco después de la muerte del sultán, el rey Alfonso VI de León, en 1085.
El padre de Casilda estaba convencido del versículo del Corán que dice: «Combatid a los infieles con toda clase de guerras de religión y matadlos donde quiera que los halléis. El paraíso se encuentra a la sombra de las espadas». Unos lo pintan como un hombre bárbaro y terrible y otros como más bien benigno y contemporizador. Un valioso y antiguo documento dice de este rey y de su hija algo que nos sirve de hilo conductor para entretejer la vida de esta virgen toledana: «En los tiempos antiguos hubo un rey en Toledo, llamado Cano. Poderoso y valiente en las armas, acostumbrado a dirigir a sus ejércitos contra los cristianos, causando grave daño a la fe verdadera. Retenía en su reino a muchos cristianos cautivos. Por disposición divina este enemigo terrible de la fe cristiana tuvo una hija única llamada Casilda, para que, de un tallo tan malo, brotara una flor de blancura admirable sobre la que descansara el Espíritu del Señor…».
Un corazón compasivo
La joven Casilda, desde muy niña presenciaba con mucha frecuencia la misma escena: grupos de cristianos llenos de cadenas y muy maltratados que eran internados en los lóbregos calabozos que había en los subterráneos del fastuoso palacio Galiana. Mientras en los lujosos salones de palacio se comía, se bebía y se divertían de mil maneras diferentes, los pobres cristianos sufrían horrorosos tormentos en aquellas cárceles hediondas. El tierno corazón de Casilda no podía tolerarlo y un día, mientras los demás estaban entregados a sus orgías, ella se proveyó de las viandas que pudo tomar y bajó a las cárceles a consolarles ya darles algo de comer. Y así lo hizo una y muchas veces, siendo el consuelo y la alegría cuando la veían aparecer. Pero poco más podía hacer por ellos.
Milagros que la protegen
Cierto día, un soldado descubrió a su padre, el rey, las ayudas que Casilda prestaba a los prisioneros cristianos. Mucho la quería su padre, pero estaba dispuesto a todo si era verdad que atendía a aquellos esbirros enemigos de su religión mahometana. Y se puso al acecho por donde iba a pasar Casilda con su delantal lleno de viandas:
— «Casilda ¿qué llevas en el halda?», le preguntó el rey.
— «Rosas y flores, padre mío».
Se inclina su padre sobre el canastillo y ve rosas y flores a pesar de no ser tiempo de flores. Casilda prosigue su camino y al llegar a la cárcel se convierten en suculentas viandas… Y así una y otra vez. Y así uno y otro prodigio… Hasta que debía llegar al conocimiento de la verdadera fe. Los cristianos le hablaban de Jesucristo, de la Virgen, de su fe… y el Espíritu Santo seguía actuando en el alma de Casilda.
Conoce la verdadera Fe. Vida de santidad
La joven cae enferma y le aseguran que, no lejos de Burgos y muy cerca de Briviesca, hay unas aguas llamadas «de San Vicente» que hacen prodigios y que seguramente allí podrá curarse. Pero la dificultad está en que aquellos ‘Baños’ están en territorio cristiano. Por fin, su padre cede y le deja partir para allá, donde llega después de no pocas dificultades. Casilda encontró la salud para el cuerpo en los baños de San Vicente… Y también para el alma. Se instruyó en la fe católica y, con gran gozo de su alma, recibió el bautismo. Al enterarse, su padre montó en cólera y quiso arrastrar a su hija, pero no hubo fuerza humana que la hiciera desistir.
Casilda llevó una vida de caridad, penitencia y oración. El Señor obró por su medio muchos prodigios. Murió de muy avanzada edad y fue sepultada en la misma ermita que ella mandó construir, que pronto se convirtió en lugar de peregrinación. En cuanto murió fue venerada como santa. Era el 1074.
SANTA CASILDA DE TOLEDO, VIRGEN.