SAN ROQUE.
Por Juan María Gallardo.
Fiesta: 16 de agosto.
Aunque nació en Montpellier por el 1290, puede decirse que era aragonés porque esta ciudad pertenecía a los dominios del rey de Aragón, Jaime II. Su padre Juan, era el gobernador de la ciudad y su madre Libera, era una dama de la más alta alcurnia y adornada de las más envidiables cualidades. Pero una pena les afligía: No tenían hijos. Mientras oraba un día Libera se le manifestó el Señor y le dijo: «Confía, hija, tendrás un hijo que será la alegría de toda la familia y llevará mi nombre y mi amor a todas partes… Todos acudirán a él».
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El escudo de armas de esta familia decía: ¡La cruz ante todo!. Este lema lo heredará también este niño robusto y fuerte que por ello le impusieron al bautizarlo Roque, porque estaba llamado a ser como una roca, fuerte, en el servicio del Señor.
Cuando tenía doce años tuvo la pena de perder a su padre y cuando tenía veinte a su buena madre. Quedó huérfano de todos menos de Dios. Para que su corazón quedase todavía más desligado de todas aquellas ataduras del mundo, recordando el pasaje del Evangelio —él también era rico y bien apuesto como aquel joven— entregó todos sus riquezas a los pobres y se puso en camino para seguir a Jesucristo.
SAN ROQUE.