SAN PALEMÓN Y SAN PACOMIO.
Por Juan María Gallardo.
Fiesta: 11 de enero.
San Palemón es, junto con San Antonio y San Pablo el ermitaño, uno de los principales campeones de la soledad y del silencio. Cansado de las vanidades del mundo, un día se puso en marcha y se fue más allá de Tebas, capital antes que Menfis del Alto y Bajo Egipto, al otro lado de las famosas ruinas de Luxor y Karnak. Fue el descubridor del desierto de la alta Tebaida, tierra de arena, montañas de ondulantes dunas y algún oasis.
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Allí vivía solitario el ermitaño Palemón, dedicado día y noche a las divinas alabanzas. Era ya muy viejo, con una barba muy larga y los ojos hundidos, y esperaba sólo ya la llegada de la muerte para terminar aquel largo pugilato que mantenía hacía años contra el espíritu del mal.
La leyenda dorada nos cuenta los combates que había de sostener con el demonio. Parece que el demonio, cansado de los fáciles triunfos conseguidos en Roma, Atenas, Alejandría y Constantinopla, quería medirse, como antes con Job, con aquellos bravos campeones del yermo. Un día Palemón, único habitante de aquellos contornos, oyó que alguien llamaba a la puerta de su laura. No podía ser más que el demonio, pensó…
SAN PALEMÓN Y SAN PACOMIO.