Las religiosas de la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl brindan refugio a niños abandonados en una guardería en Belén, en la ciudad donde nació Jesús. Las monjas, que tienen la custodia de la obra, reciben en este jardín de infancia principalmente a menores que fueron abandonados. «Soy libanesa y ya llevo 23 años aquí en Tierra Santa. Me mudé a Belén desde Jerusalén. Para mí, esta guardería es realmente como un belén viviente», relata sor Laudy Fares.
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«La guardería nació en 1884: 4 monjas francesas comenzaron con un pequeño dispensario, luego comenzaron a recibir a los niños que estaban abandonados. Pensaron en cómo nuestro fundador, San Vicente de Paúl, podría ayudar a esos niños y pensaron en acogerlos aquí. Así, desde 1884, esta misión existió aquí en Belén», precisa Fares. La hermana Laudy recuerda que «hace apenas un mes dejaron a un bebé» frente a su puerta. «Los niños se pueden encontrar en la calle, a veces incluso junto a la basura, cerca de lugares de culto o instituciones. Y entonces estos niños vienen a nosotros. Y lo que les damos es amor y educación», enfatiza.
Afirma que una vez que los niños tienen 6 años están listos para un nuevo paso. «Después de los 6 años, los niños pueden ser acogidos en la ‘Aldea Infantil SOS’ y ser finalmente adoptados. Las familias de acogida suelen ser parejas sin hijos que presentan su candidatura al Estado o a los servicios sociales», sostiene. «Son seres humanos: tenemos el deber de amarlos por lo que son. Cuando llegan se encuentran en unas condiciones realmente precarias: sufriendo, sucios… Miramos la otra cara de la moneda. Para nosotros son Cristo», reflexiona la hermana Laudy, que es parte de las religiosas que brindan refugio a niños abandonados en Belén.
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