QUIERO. QUEDA LIMPIO.
Por Mario Ortega.
Lc 5, 12-16. Quiero. Queda limpio. 11 de enero, feria de Navidad
Sucedió que, estando Jesús en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Y enseguida la lepra se le quitó.
Y él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo: «Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírlo y a que los curara de sus enfermedades. Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración.
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Me ha enviado a evangelizar a los pobres
– De nuevo un encuentro personal de Jesús que acaba con un milagro. Esta vez es el leproso que se le acerca, venciendo todas las prohibiciones de acercarse a los sanos, y se postra ante él rostro en tierra. Gesto de inmensa fe de quien está sufriendo y sabe bien que su enfermedad sólo Dios la puede curar. A este gesto, le siguen sus maravillosas palabras: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Le está diciendo a Jesús con total convicción: Tú puedes curarme, luego está reconociendo su divinidad, he aquí la verdadera fe. Tú puedes, sólo hace falta que quieras. He aquí la confianza en Jesús, la apelación a su voluntad. Para que quede curado, sólo hace falta que tú, Señor, quieras. Que se cumpla tu voluntad.
– El leproso del Evangelio de hoy nos muestra, por tanto, los dos ingredientes de la verdadera oración de petición: la fe y la confianza. Fe en la omnipotencia de Dios y confianza en la Voluntad de Dios.
– Jesús se llenó de gozo. No lo pudo disimular, porque inmediatamente respondió: Quiero, queda limpio. No me canso de leer esta palabra, de escucharla de labios de Jesús: Quiero. Dios quiere nuestro bien. Y su palabra quiero es lo mismo que decir hágase. Su voluntad se identifica con su poder. Es un quiero lleno de amor que le mueve a actuar al tiempo que pronuncia su palabra. ¡Cuántas veces cada día nos dice Jesús quiero sobre nuestra vida, para nuestro bien, para ayudarnos a salir de la lepra de nuestro pecado y hacernos santos.