QUEDA LIMPIO.
Por Mario Ortega.
Mc 1, 40-45. Quiero. Queda limpio. Jueves de la semana I del TO
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
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Quiero. Queda limpio
- Continúa el capítulo primero de San Marcos contándonos milagros de Jesús. Hoy es el turno del leproso que se acerca al Señor y le suplica de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme. Cuatro palabras para expresar una oración perfecta; una petición que antes que petición es confesión de fe y confianza. No duda del poder de Jesús: dice puedes limpiarme, confiesa su fe en la omnipotencia de Jesús, que es Dios. Y lo hace con humildad, de rodillas. Tú puedes, Señor, lo que hace falta es que quieras. Si quieres, puedes limpiarme. Este leproso apela a la Voluntad de Jesús. Y esa es la base de la auténtica oración: hágase tu voluntad.
- El Señor responde inmediatamente, también con pocas palabras, menos aún, tres: Quiero, queda limpio. La petición del leproso ha tocado de lleno el Corazón de Jesús, del cual ha salido un quiero inmediato. Porque a la fe confiada como la de este hombre, Dios responde siempre con infinito amor y generosidad. Tres palabras de Jesús. Yo me atrevería a añadirle una cuarta y sé que Jesús no se molestaría. A su quiero, queda limpio podríamos muy bien añadir delante, para entender mejor el interior del Corazón de Jesús, el pronombre te. Y quedaría así: Te quiero, queda limpio.