El obispo de Neuquén, Fernando Croxatto, reflexionó que «siempre hay vida en la Cruz, estamos invitados siempre a mirarla, a tenerla delante nuestro», al presidir su Misa Crismal, acompañado por los sacerdotes del clero local. La celebración, trasladada desde el Jueves Santo, se realizó en la catedral María Auxiliadora en el día de la Exaltación de la Santa Cruz, la que consideró fiesta «muy oportuna».
«El Señor nos reúne hoy y al escuchar su Palabra, no podemos dejar de conmovernos y agradecerle… Y La Cruz elevada es su gran signo de Amor», ratificó el prelado. «Siempre hay vida en la Cruz, estamos invitados siempre a mirarla, a tenerla delante nuestro, ¡que bueno sería que en nuestros hogares la tuviéramos a la vista, cuidada, querida no como simple adorno o costumbre!», aseguró el prelado. Hizo referencia al «camino de cada día», que muchas veces es «arduo». «Necesitamos apoyarnos en algo, nosotros tenemos la Cruz, es nuestro bastón. Tomarse de la Cruz, es mirarla, es contemplarla, nos fortalece, nos trae siempre la paz», reflexionó.
Indicó que desde la cruz «salió la fuerza de estos óleos» que ese día consagraron y que «son instrumentos de su vida divina, de su gracia, de la vida del Resucitado». «En este contexto de hoy, los podríamos llamar ‘los respiradores del alma’, los que dan el oxígeno que necesitamos para recuperar la plena dignidad de la vida de hijos de Dios, para contrarrestar ‘el virus del mal que infecta y desequilibra nuestra vida y nos postra como humanidad, nos debilita», consideró. «Los sacramentos son vitales para la vida sana, verdadera y son garantía de esa vida eterna, de la vida plena que brota de la Cruz, así lo dijo el Señor», afirmó el obispo Croxatto, que tras invitar a mirar la Cruz, ratificó que la Eucaristía es «insustituible».
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