NOLE, EL DUBITATIVO.
El incidente con Novak Djokovic ha exacerbado dos posiciones antagónicas: los pros y antivacunas. Ellas difícilmente esgriman argumentos atractivos para la reflexión por cuanto se ubican en los extremos de la razón, unos por cientificistas y los otros por negacionistas. Extremos que Aristóteles catalogaba como vicios contrapuestos a la virtud, ubicada en el término medio. Sin embargo, este incidente no tiene que ver con quienes aceptan sin cuestionar todo lo científico, o quienes desconocen el aporte de las vacunas a la salud de la humanidad; sino, con tratar de ver más allá de lo que nos muestran.
Según la BBC News, Djokovic había declarado que quería mantener una «mente abierta» con respecto a la vacunación y tener «una opción para elegir lo mejor» para su cuerpo. Además, en un live de Facebook había dicho que «no le gustaría ser obligado por alguien a vacunarse». Es decir, podríamos pensar que se trata de un escéptico, o, mejor dicho, de alguien que se rehúsa a la compulsividad de la vacunación. En mi opinión, ahí radica la oportunidad para reflexionar sobre el suceso ya que miles de personas han dudado y seguirán dudando sobre una práctica de salud aplicada en muchos casos de manera coercitiva.
Para Unamuno, escéptico es «el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado», de ahí que, llamar negacionista a un escéptico es no solo simplificar su preocupación, sino pretender desprestigiarlo por medio de la falacia de argumentación ad hominen. Ahora bien, alguien que ha vivido dos años de pandemia y ha sido testigo de las idas y vueltas de las medidas sanitarias, de la falta de credibilidad de los organismos internacionales y politización de la epidemia —los políticos australianos no son la excepción—, de la ausencia de previsibilidad y distribución justa de insumos; que ha sufrido restricciones inhumanas con millones de muertos de por medio, algunos por ineficiencia de las políticas sanitarias, y ha experimentado un cambio radical en su vida física, psíquica, espiritual, social y económica como el resto de los habitantes del planeta ¿acaso no puede dudar el que se impongan vacunas que, salvo única excepción, aún mantienen su autorización para condiciones exclusivamente de emergencia? Creo que la duda es lo menos que se podría esperar, aunque ello también implique responsabilizarse por las consecuencias de dudar.
Soy médico y tengo muy en claro que las vacunas contra el virus SARS-CoV-2 reducen considerablemente la incidencia de formas graves y las muertes por COVID-19, pero ello no me hace olvidar que ninguna medida de salud debe imponerse por la fuerza. Deberíamos de preguntarnos ¿por qué las políticas sanitarias no se enfocan más en la persuasión en lugar de reincidir en restricciones o exclusiones que lo único que hacen es profundizar no solo dudas, sino el entendible agotamiento con el que encaramos esta pandemia inédita para el género humano?
Se ha dicho que la ley es dura, pero es ley y debe respetarse. No obstante, sin entrar en detalle sobre el dudoso origen romano de la expresión y que, según los entendidos, algo parecido fuera escrito por Ulpiano quejándose de una ley injusta que castigaba el adulterio de la mujer, pero no del marido; una regulación de salud no es una ley en el sentido otorgado a las leyes civiles provenientes del consenso o acuerdo.
Una regulación sanitaria, al igual que una guía clínica, no dejan de ser recomendaciones con cierto nivel de evidencia científica. Y la naturaleza del conocimiento científico es su refutabilidad, donde la duda juega un rol sustancial. De ahí que las recomendaciones se legitimen a través de la búsqueda de su adherencia. La legitimidad es una condición fundamental para toda recomendación ya que, a diferencia de la ley civil, los adherentes no participan de su elaboración. La adherencia se sustenta en varias razones como pueden ser la confianza en la evidencia de los hechos o valores que las respaldan, los hábitos, cierta predictibilidad confortable, el descargo de responsabilidades e incluso, según Links, elementos de fe y religiosidad.
Además, el conocimiento científico que soporta toda recomendación debe estar actualizado. Por ende, hay que esperar conocer más y mejor a la variante imperante en la actual ola: la Ómicron, la incidencia de sus formas graves, el tipo de evolución de las formas más frecuentes y el estatus inmunológico de las poblaciones. Y, sobre todo, vigilar sin caer en pánico por la aceleración de los casos que todo parece sugerir que Ómicron evolucionaría predominantemente con formas leves.
El comportamiento de Djokovic a lo mejor no difiere del de muchos en el mundo del tenis, sin embargo, no merece ser ensalzado como héroe, como tampoco ser destruido como villano. Tal vez tenga dudas como tantos otros y, al fin y al cabo, todavía está permitido dudar.
El texto fue publicado originalmente en Linkedin el 10 de enero de 2022.
NOLE, EL DUBITATIVO.