NO HE VENIDO A TRAER PAZ, SINO DIVISIÓN.
Por Mario Ortega.
Lc 12, 49-53. No he venido a traer paz, sino división. Jueves semana XXIX del TO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
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No he venido a traer paz, sino división
1. Jesús es el rey de la paz. Ha venido a liberarnos de la esclavitud y sufrimiento del pecado, ha venido a unirnos a todos en la caridad. A reunir a los hijos de Dios dispersos, como leemos en la Escritura. ¿Cómo es, pues, que dice hoy de sí mismo que no ha venido a traer paz, sino división y cómo hay que entender igualmente ese he venido a prender fuego en el mundo?
2. Claro que Jesús es el rey de la Paz y el origen de todo amor verdadero. Pero esa paz y amor auténticos y duraderos sólo se alcanzan cuando vencemos el pecado y su dominio sobre nosotros mismos, sobre nuestras relaciones con los demás y sobre el mundo entero. Se establece, pues, necesariamente una batalla entre el bien y el mal; y cada uno de nosotros es ese campo de batalla: hay que combatir el pecado y la injusticia que conlleva; Hay que dividir, pero no en un sentido negativo, contrario a la caridad, sino separar el trigo de la cizaña; discernir el espíritu bueno del mal espíritu.
3. Esa es la batalla a la que se refiere Jesús, nuestro amigo y capitán, como decía Santa Teresa. Él lucha con nosotros y por nosotros. Esa batalla continua en esta vida. No hay paz en la tierra, repetía esta Santa: Pues Jesús es nuestra guía, y el premio de aquesta guerra ya no durmáis, no durmáis, porque no hay paz en la tierra.