NO HA NACIDO UNO MÁS GRANDE QUE JUAN EL BAUTISTA.

Por Mario Ortega.

Mt 11, 11-15. No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista. Jueves 2ª Sem Adviento

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche».

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No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista

  1. Jesús proclama en el Evangelio de hoy la grandeza de Juan el Bautista, figura destacada del Adviento, puesto que anuncia al Salvador: No ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista. Y Juan también es grande porque con la fuerza luminosa del Espíritu Santo denuncia el pecado, la corrupción que había en su tiempo, lo cual le costó ser mártir.
  2. Los tiempos no han cambiado. Los cristianos hemos de ser precursores de Cristo, como Juan, y valientes denunciadores de todas las injusticias y miserias que trae al corazón de cada hombre el pecado. Con tanta valentía como caridad y la caridad ya sabemos que ser toda la que podamos. Porque la misión no es fácil, advierte a continuación el mismo Jesús: se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo.
  3. Contamos con la fuerza de la verdad y con el ejemplo de paciencia y humildad que Juan el Bautista nos muestra y que nos viene de Dios. Nuestro camino de Adviento, en el que tenemos que preparar el camino al Señor, también nos señala la misión de allanar los caminos del mundo: las piedras que lo obstaculizan y estropean sabemos bien cuáles son: la mentira, la ambición, los ataques contra la vida naciente y terminal, contra la familia, la imposición violenta de ideologías antinaturales o antisolidarias, el desprecio a los más pobres y débiles… Poco más o menos lo que tuvieron que afrontar Juan el Bautista y el mismo Jesús. El que tenga oídos, que escuche termina diciéndonos hoy Jesús.

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