MI «AY» QUE LE DUELE AL SEÑOR.
Por Mario Ortega.
Mt 11,20-24. Ay de ti, Corozaín. Ay de ti, Betsaida. Martes semana XV del TO
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido:
-¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al Abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.
Mi «ay» que le duele al Señor
1. Jesús recrimina a las ciudades de la alta Galilea que no hayan creído en él, a pesar de los muchos milagros que ha realizado en ella. ¡Ay de ti, Corozaín, Betsaida, Cafarnaún! La exclamación ¡Ay! Significa pena y dolor. Nos sale inmediatamente cuando sentimos el dolor de una herida o del miedo. Jesús siente este dolor fuerte en su corazón, por la dureza del corazón de los hombres.
2. Nosotros nos dañamos cuando rechazamos su salvación, pero es él el que dice el ¡ay! Este es el misterio del amor de Dios hacia sus hijos. Como una madre que sufre cuando su hijo se pierde, sin que él se dé cuenta de su equivocada elección. Es el ay de mi hijo que pronunciaría cada día el padre del hijo pródigo.
3. Es mi ay que le duele al Señor, hasta el punto de pronunciarlo él en mi nombre y de cargar con las consecuencias de mi pecado que lo condujeron hasta la cruz. Es el ay del Señor, que cuando lo escucho con compasión, me abre a su amor y al perdón. Es el ay de un mundo que no conoce a Dios, el dolor de tantas personas que no reconocen los milagros que Dios sigue obrando. Es el Ay que yo estoy llamado a ponerle una hache, de manera que el mundo pueda descubrir que hay un Dios que nos ama, se compadece de nosotros y nos perdona.
MI «AY» QUE LE DUELE AL SEÑOR.