Madres de seminaristas de San Rafael piden al Papa que «suspenda la decisión de cerrar el seminario»

Las madres de los seminaristas de San Rafael pidieron a Francisco que "intervenga para que se suspenda la decisión de cerrar el seminario". "Solo pensar dónde irán -los seminaristas-, cómo se dispersará la comunidad, cómo se disolverá esta hermosa familia espiritual, que ya es también nuestra, nos causa un indecible dolor", precisaron.

Madres seminaristas San Rafael

Las madres de los seminaristas de San Rafael pidieron a Francisco que «suspenda la decisión de cerrar el seminario», en una carta escrita el 27 de agosto pasado, día de santa Mónica. La misiva, que fue publicada el domingo 30 de agosto en el Diario San Rafael, fue entregada por las madres a la Nunciatura de Argentina como respuesta al anuncio del obispo local, Eduardo Taussig, de cerrar el seminario ‘Santa María Madre de Dios’ a fin de este 2020, una decisión tomada en el Vaticano y de la cual el prelado no conoce los motivos, como lo explicó en una entrevista realizada en la televisión local, el 7 de agosto.

«Como la cananea del Evangelio, solo nos animamos a suplicarle, por su madre de la tierra y su Madre del Cielo, que intervenga para que se suspenda la decisión de cerrar el seminario. Solo pensar dónde irán -los seminaristas-, cómo se dispersará la comunidad, cómo se disolverá esta hermosa familia espiritual, que ya es también nuestra, nos causa un indecible dolor», precisaron las madres de los seminaristas de San Rafael, quienes aseguraron que «es difícil describir y expresar los sentimientos de profunda tristeza y desolación» tras recibir «la triste noticia del cierre del seminario». «Desde aquel 27 de julio, primer día de clase luego de las vacaciones, en que levantamos el teléfono para oír la voz temblorosa de nuestros hijos comunicando atónitos el cierre del seminario a fin de año, créanos Su Santidad, que como madres fue muy difícil encontrar las palabras oportunas para darles consuelo», explicaron. Sostuvieron en la carta enviada al Pontífice que cuando visitaron el seminario compartieron «con ellos y sus formadores, así como con las demás familias, el profundo espíritu de piedad, alegría sana, amistad y amor que deja traslucir el corazón de aquella comunidad».

Reiteraron que su «intuición de madres seguro no falla» cuando dicen que respiraron «la paz» en sus hijos, y advirtieron «el total convencimiento del camino que están recorriendo». «En ese seminario, que es ahora su casa y su familia, hemos visto a nuestros hijos crecer y madurar convirtiéndose en verdaderos hombres. Y eso nos permitía dormir tranquilas cada noche. También hemos ido conociendo las parroquias de la diócesis. Familias enteras asistiendo a Misa, jóvenes ocupando su tiempo en formarse, rezar, misionar, hacer campamentos y retiros espirituales. Y detrás de todo esto está la figura del sacerdote, ese otro Cristo, entregado alegremente en alma y cuerpo a sus feligreses, dando ejemplo en la celebración de cada Misa, rezando ante el Santísimo (¡qué hermoso es ver rezar un sacerdote!), confesando, visitando enfermos y hospitales. Santidad: esto es lo que queremos para nuestros hijos. Si van a entregar su vida entera a Dios, renunciando a cualquier otro proyecto humano, pues, ¡que valga la pena! En esa diócesis hemos visto sacerdotes con defectos como todos, pero que aman a Dios y cuya más alta preocupación es la salvación de las almas», destacaron.

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