LA VIRGEN DE LA ESPERANZA.
Por Juan María Gallardo.
Fiesta: 18 de diciembre.
«¡Oh Sabiduría, Oh Adonai. Oh Vara de Jesé. Oh Llave de David. Oh Sol naciente, esplendor de la Luz eterna. Oh Rey de las naciones y Deseado de las gentes. Oh Emanuel!, ven a enseñarnos, ven a iluminarnos, ven a sacarnos de esta cárcel sombría, ven a salvarnos, Dios y Señor nuestro!». Con estos y otros parecidos acentos litúrgicos se celebra esta fiesta de hoy en honor de la Divina Maternidad de María.
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La fiesta de la Encarnación del Verbo en el Seno de María —25 de marzo— cae siempre entre los acentos tristes de Cuaresma, y difícilmente se le puede dedicar la debida atención a este gran misterio. La fiesta más antigua dedicada a María fue sin duda alguna la de Navidad. Juntamente se celebra al Hijo y a la Madre. Pasado algún tiempo se le quiso dar solemnidad también a la Fiesta bajo aspecto mariano propiamente dicho y por ello pensaron en instituir esta festividad de hoy.
Todo el tiempo de Adviento es tiempo de «esperanza» en el Mesías que ha de venir a salvar a la humanidad. Los Profetas y Padres del Antiguo Testamento procuraban mantener siempre encendido el fuego de la esperanza en el Mesías venidero. Se oía una voz que decía: «Alegraos en el Señor y de nuevo os lo repito, alegraos, con una alegría inextinguible, porque el Señor está cerca». Y otra con acentos más impacientes: «Alégrense los cielos, salte de gozo la tierra y vosotros, montes de Israel, extended vuestras ramas, cubríos de flores, vestid vuestro ropaje de fiesta… Regocijaos con Jerusalén todos los que la amáis porque he aquí que yo me acerco a ella como un río de paz y como un torrente que inunda de gloria a las gentes».
LA VIRGEN DE LA ESPERANZA.