LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS.

Por Juan María Gallardo.

– Con la unción de los enfermos y
con la oración de los presbíteros,
toda la Iglesia entera encomienda
a os enfermos al Señor para que
los alivie y los salve.

– También los anima a unirse a la
pasión y muerte de Cristo; y
contribuir, así, al bien del
Pueblo de Dios.

Presentación de La Unción de los enfermos

a) Fundamentos en la economía de la salvación

La enfermedad en
la vida humana

– La enfermedad y el sufrimiento
han sido un gran problema.

– En la enfermedad,
el hombre experimenta
su impotencia,
sus límites y
su finitud.

– Toda enfermedad puede hacernos
entrever la muerte.

– La enfermedad puede conducir
a la angustia,
al repliegue sobre sí mismo,
a veces incluso a la desesperación
y a la rebelión contra Dios.

– Puede también hacer a la persona
más madura, ayudarla a discernir
en su vida lo que es esencial.

– Con mucha frecuencia, empuja a
una búsqueda de Dios,
un retorno a Él.

El enfermo ante Dios

– El hombre del AT ve en la
enfermedad un camino de conversión.

– Israel experimenta que la enfermedad
se vincula al pecado y al mal.

Cristo, médico

– La compasión de Cristo hacia los
enfermos son un signo maravilloso de
que «Dios ha visitado a su pueblo» y
de que el Reino de Dios está muy cerca.

– Jesús vino a curar al hombre entero:
alma y cuerpo; es el médico que
los enfermos necesitan.

– Su amor de predilección para con
los enfermos no ha cesado.

– En los sacramentos Cristo
continúa sanando.

– Sus curaciones eran signos de
la venida del Reino de Dios.

– Anunciaban una curación más
radical: la victoria sobre el pecado
y la muerte por su Pascua.

– Por su pasión y su muerte en la
Cruz, Cristo dio un sentido nuevo
al sufrimiento:
desde entonces éste nos configura
con El y nos une a su pasión redentora.

Sanad a los enfermos…

– Los discípulos, en nombre del Señor
ungían con aceite a muchos enfermos
y los curaban.

– El Señor resucitado renovó este envío:
En mi nombre…impondrán las manos
sobre los enfermos y se pondrán bien

¡Sanad a los enfermos! (Mateo 10,8).
La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor.

– La presencia de Cristo actúa particularmente
a través de los sacramentos, y de manera
especial por la Eucaristía.

– La Iglesia apostólica tuvo un rito propio
en favor de los enfermos,
atestiguado por Santiago:

Está enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presbíteros de la Iglesia,
que oren sobre él y le unjan con óleo
en el nombre del Señor.
Y la oración de la fe salvará al enfermo,
y el Señor hará que se levante,
y si hubiera cometido pecados,
le serán perdonados
(Santiago 5,14-15).

– La Tradición ha reconocido en este rito
uno de los siete sacramentos de la Iglesia.

Un sacramento de los enfermos

– La Iglesia cree y confiesa que, entre
los siete sacramentos, existe un
sacramento especialmente destinado
a reconfortar a los atribulados
por la enfermedad: la Unción
de los enfermos:

– Esta unción santa de los enfermos
fue instituida por Cristo nuestro Señor
como un sacramento del NT.

– En la tradición litúrgica, tanto
en Oriente como en Occidente,
se poseen desde la antigüedad
testimonios de unciones de enfermos
practicadas con aceite bendito.

– En el transcurso de los siglos, fue
conferida, cada vez más exclusivamente,
a los que estaban a punto de morir.

– A causa de esto, recibió el nombre
de «Extremaunción».

– La Constitución apostólica
Sacram Unctionem Infirmorum
del 30 de Noviembre de 1972,
de conformidad con el CV II
estableció que, en adelante,
en el rito romano, se
observara lo que sigue:

– El sacramento de la Unción de
los enfermos se administra a los
gravemente enfermos ungiéndolos
en la frente y en las manos con aceite
de oliva debidamente bendecido o,
según las circunstancias, con otro
aceite de plantas, y pronunciando
una sola vez estas palabras:

«Por esta santa Unción, y por su
bondadosa misericordia te ayude
el Señor con la gracia del Espíritu
Santo, para que, libre de tus pecados,
te conceda la salvación y te conforte
en tu enfermedad».

b) Quién recibe y quién administra este sacramento

En caso de grave enfermedad …

– La unción de los enfermos «no es
un sacramento sólo para aquellos
que están a punto de morir.

– Por eso, se considera tiempo
oportuno para recibirlo cuando
el fiel empieza a estar en peligro
de muerte por enfermedad o vejez».

– Si un enfermo que recibió la unción
recupera la salud, puede, en caso de
nueva enfermedad grave, recibir de
nuevo este sacramento.

– En el curso de la misma enfermedad,
el sacramento puede ser reiterado
si la enfermedad se agrava.

– Es apropiado recibir la Unción
de los enfermos antes de una
operación importante.

– Y esto mismo puede aplicarse a
las personas de edad edad avanzada
cuyas fuerzas se debilitan.

«…llame a los presbíteros de la Iglesia»

– Solo los sacerdotes
(obispos y presbíteros)
son ministros de la unción
de los enfermos.

– Es deber de los pastores instruir
a los fieles sobre los beneficios
de este sacramento.

– Los fieles deben animar a los
enfermos a llamar al sacerdote
para recibir este sacramento.

– Y que los enfermos se preparen
para recibirlo en buenas disposiciones,
con la ayuda de su pastor y
de toda la comunidad eclesial
a la cual se invita a acompañar
muy especialmente a los enfermos
con sus oraciones y sus
atenciones fraternas.

c) La celebración del sacramento

– Como en todos los sacramentos
se celebra de forma litúrgica
y comunitaria: en familia, en
el hospital o en la iglesia,
para un solo enfermo o
para un grupo.

– Es muy conveniente que se
celebre dentro de la Eucaristía,
memorial de la Pascua del Señor.

– Si las circunstancias lo permiten,
la celebración del sacramento
puede ir precedida del sacramento
de la Penitencia y seguida del
sacramento de la Eucaristía.

– La Eucaristía debería ser siempre el
último sacramento de la peregrinación
terrenal, el «viático» para el «paso»
a la vida eterna.

Palabra y sacramento forman
un todo inseparable.

– La Liturgia de la Palabra,
precedida de un acto de penitencia,
abre la celebración.

– Las palabras de Cristo y
el testimonio de los apóstoles
suscitan la fe del enfermo y
de la comunidad para pedir
al Señor la fuerza de su Espíritu.

– La celebración del sacramento
comprende principalmente
estos elementos:

«los presbíteros de la Iglesia» imponen
-en silencio- las manos a los enfermos;
oran por los enfermos en la fe de la Iglesia;
es la epíclesis propia de este sacramento;
luego ungen al enfermo con óleo
bendecido, si es posible, por el obispo.

– Estas acciones litúrgicas indican
la gracia que este sacramento confiere.

d) Efectos de la celebración de este sacramento

Un don particular del Espíritu Santo.

– La gracia primera de este sacramento es
una gracia de consuelo, de paz y de ánimo
para vencer las dificultades propias del estado
de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez.

– Esta gracia es un don del Espíritu Santo
que renueva la confianza y la fe en Dios y
fortalece contra las tentaciones del maligno,
especialmente tentación
de desaliento y de angustia
ante la muerte.

– Esta asistencia del Señor
por la fuerza de su Espíritu
quiere conducir al enfermo
a la curación del alma, pero
también a la del cuerpo, si
tal es la voluntad de Dios.

– Además, «si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados».

La unión a la Pasión de Cristo

– Por la gracia de este sacramento,
el enfermo recibe la fuerza y el
don de unirse más íntimamente
a la Pasión de Cristo:

– en cierta manera es consagrado
para dar fruto por su configuración
con la Pasión redentora del Salvador.

– El sufrimiento, secuela del pecado
original, recibe un sentido nuevo,
viene a ser participación en la
obra salvífica de Jesús.

Una gracia eclesial

– Los enfermos que reciben este
sacramento, «uniéndose libremente
a la pasión y muerte de Cristo,
contribuyen al bien del Pueblo
de Dios».

– Cuando celebra este sacramento,
la Iglesia, en la comunión de los
santos, intercede por el bien
del enfermo.

– Y el enfermo, a su vez, por
la gracia de este sacramento,
contribuye a la santificación
de la Iglesia y al bien de todos
los hombres por los que la
Iglesia sufre y se ofrece,
por Cristo, a Dios Padre.

Una preparación para el último tránsito

– Si el sacramento de la unción de
los enfermos es concedido a todos
los que sufren enfermedades y
dolencias graves, lo es con mayor
razón «a los que están a punto de
salir de esta vida», de manera que
se la llamado también «sacramento
de los que parten».

– La Unción de los enfermos acaba
de conformarnos con la muerte y a
la resurrección de Cristo, como el
Bautismo había comenzado a hacerlo.

– Es la última de las sagradas unciones
que jalonan toda la vida cristiana;
la del Bautismo había sellado en
nosotros la vida nueva;
la de la Confirmación nos había
fortalecido para el combate
de esta vida.

-Esta última unción ofrece al término
de nuestra vida terrena un sólido
puente levadizo para entrar en la
Casa del Padre defendiéndose
en los últimos combates.

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS.

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