LA ORACION EN EL CATECISMO (QUINTO PROGRAMA).
Por Juan María Gallardo.
Artículo 1: Las fuentes de la oración
La Palabra de Dios
La Liturgia de la Iglesia
Las virtudes teologales
Presentación de la oración en el Catecismo (Sexto programa)
‘Hoy’
Aprendemos a orar en ciertos momentos
escuchando la palabra del Señor y
participando en su Misterio Pascual;
pero, en todo tiempo, en los
acontecimientos de cada día,
su Espíritu se nos ofrece
para que brote la oración.
La enseñanza de Jesús sobre la
oración a nuestro Padre está en
la misma línea que la de la
Providencia
(cf. Mt 6, 11. 34):
el tiempo está en las manos del Padre;
lo encontramos en el presente,
ni ayer ni mañana, sino hoy:
¡Ojalá oyerais hoy su voz!:
No endurezcáis vuestro corazón
(Sal 95, 7-8).
Orar en los acontecimientos de
cada día y de cada instante es
uno de los secretos del Reino
revelados
-a los ‘pequeños’,
-a los servidores de Cristo,
-a los pobres de las bienaventuranzas.
Es justo y bueno orar para que
la venida del Reino de justicia
y de paz influya en la marcha
de la historia,
pero también es importante
amasar con la oración las humildes
situaciones cotidianas.
Todas las formas de oración pueden
ser esa levadura con la que el Señor
compara el Reino (cf Lc 13, 20-21).
Resumen
Mediante la Tradición viva, el Espíritu
Santo, en la Iglesia, enseña a los hijos
de Dios a orar.
-La Palabra de Dios,
-la liturgia de la Iglesia y
-las virtudes de
-fe,
-esperanza y
-caridad son
fuentes de la oración.
De la oración
Artículo 2: El camino de la oración
En la tradición viva de la oración,
cada Iglesia propone a sus fieles,
según el contexto histórico, social
y cultural, el lenguaje de su oración:
-palabras,
-melodías,
-gestos,
-iconografía.
Corresponde al magisterio (DV 10)
discernir la fidelidad de estos caminos
de oración a la tradición de la fe apostólica
y compete a los pastores y catequistas
explicar el sentido de ello, con
relación siempre a Jesucristo.
La oración al Padre
No hay otro camino de oración
cristiana que Cristo.
Sea comunitaria o individual,
vocal o interior, nuestra oración
no tiene acceso al Padre más que
si oramos «en el Nombre» de Jesús.
La santa humanidad de Jesús es, pues,
el camino por el que el Espíritu Santo
nos enseña a orar a Dios nuestro Padre.
La oración a Jesús
La oración de la Iglesia, alimentada por
la palabra de Dios y por la celebración
de la liturgia, nos enseña a orar
al Señor Jesús.
Aunque esté dirigida sobre todo al Padre,
en todas las tradiciones litúrgicas incluye
formas de oración dirigidas a Cristo.
Algunos salmos, según su actualización
en la Oración de la Iglesia, y el NT
ponen en nuestros labios y gravan en
nuestros corazones las invocaciones
de esta oración a Cristo:
-Hijo de Dios,
-Verbo de Dios,
-Señor,
-Salvador,
-Cordero de Dios,
-Rey,
-Hijo amado,
-Hijo de la Virgen,
-Buen Pastor,
-Vida nuestra,
-nuestra Luz,
-nuestra Esperanza,
-Resurrección nuestra,
-Amigo de los hombres…
Pero el Nombre que todo lo contiene
es aquel que el Hijo de Dios recibe
en su encarnación: Jesús.
El nombre divino es inefable para
los labios humanos (Ex 3, 14; 33,
19-23), pero el Verbo de Dios, al
asumir nuestra humanidad, nos lo
entrega y nosotros podemos
invocarlo: ‘Jesús’, ‘YHVH salva’
(cf Mt 1, 21).
El Nombre de Jesús contiene todo:
Dios y el hombre y toda la Economía
de la creación y de la salvación.
Decir ‘Jesús’ es invocarlo desde
nuestro propio corazón.
LA ORACION EN EL CATECISMO (QUINTO PROGRAMA).