LA ORACIÓN COMO DIÁLOGO PERSONAL.
Por Roberto Visier.
Como sabéis el Papa Francisco ha querido dedicar este año a la oración como preparación al año jubilar 2025. Por eso he querido dedicar este nuevo espacio en Verdad en Libertad a hablar sobre este tema tan importante. Empezaremos dando unas nociones fundamentales para intentar comprender la identidad profunda de la oración. Esto nos ayudará a hacer un examen de conciencia sobre nuestra vida espiritual, porque ella depende mucho de cuánto rezamos pero sobre todo de cómo rezamos.
Síganos en el canal de WhatsApp
Colabore con Verdad en Libertad
El catecismo dice que la oración es «una relación viviente y personal con un Dios vivo y verdadero» (Cat. 2558). Es un diálogo entre personas vivas. No puede ser la repetición de palabras escritas o fórmulas aprendidas de memoria. A veces podría parecer que se pronuncian «palabras mágicas» para probar si obtienen el deseo esperado, como el que compra un número de lotería con la esperanza de tener suerte y ganar el premio.
Es verdad que hablar con el Dios vivo no parece tan fácil, porque nuestra relación con él parte de la fe que es misteriosa y oscura, pero que no puede ser el simple pensamiento: «Dios existe y desde algún lugar remoto me escuchará», sino la certeza de su presencia viviente y verdadera. Del conocimiento que tenemos de su persona a través de la revelación. Dios Padre bueno que me ha dado la vida, que me ha enviado a su Hijo para mi salvación y que me ha donado el Espíritu Santo que habita en mi interior.
La oración es, por tanto, un don que viene de lo alto, como cuando Jesús dice a la Samaritana: «Si conocieras el don de Dios, tú lo pedirías, tú me pedirías el agua viva». Es Jesús el que sale a mi encuentro, el que quiere hablar conmigo, una conversación de amistad que toca el corazón y lo puede transformar. Dios quiere hablar contigo.
Es fundamental que la oración brote del corazón y llegue al corazón. «El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito. Es nuestro centro escondido…, sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza». (Cfr. Cat. 2563).
En ese sentido los cristianos orientales han hablado de la oración del corazón, la que brota de él y permanece en él como un eco ininterrumpido. Es importantísimo que nuestra oración sea profunda y verdadera de modo que podamos tocar el corazón de Dios y sobre todo que él toque el nuestro.
LA ORACIÓN COMO DIÁLOGO PERSONAL.