LA EUCARISTÍA (SEGUNDA PARTE).

Por Juan María Gallardo.

e) El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia

Debemos considerar la Eucaristía
– como acción de gracias y alabanza al Padre
– como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo,
– como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu.

Presentación de La Eucaristía (Segunda parte)

La acción de gracias y la alabanza al Padre

La Eucaristía es
– un sacrificio de alabanza
– en acción de gracias
– por la obra de la creación.

En el sacrificio eucarístico,
– toda la creación amada por Dios
– es presentada al Padre
– a través de la muerte y resurrección de Cristo.

Por Cristo,
– la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de alabanza en acción de gracias
– por todo lo que Dios ha hecho
– de bueno, de bello y de justo
– en la creación y en la humanidad.

La Eucaristía es
– un sacrificio de acción de gracias al Padre,
– una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios
– por todos sus beneficios,
– por todo lo que ha realizado mediante
– la creación, la redención y la santificación.

Eucaristía significa, ante todo, acción de gracias.

La Eucaristía es también
– el sacrificio de alabanza por medio del cual
– la Iglesia canta la gloria de Dios
– en nombre de toda la creación.

Este sacrificio de alabanza
– sólo es posible a través de Cristo:
– Él une los fieles a su persona, a su alabanza y a su intercesión,
– de manera que el sacrificio de alabanza al Padre
– es ofrecido por Cristo y con Cristo para ser aceptado en Él.

El memorial sacrificial de Cristo y de su Cuerpo, que es la Iglesia

La Eucaristía
– es el memorial de la Pascua de Cristo,
– la actualización y la ofrenda sacramental de su único sacrificio,
– en la liturgia de la Iglesia que es su Cuerpo.

En todas las plegarias eucarísticas encontramos,
– tras las palabras de la institución,
– una oración llamada anámnesis o memorial.

En el sentido empleado por la Sagrada Escritura,
– el memorial
– no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado,
– sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres.

En la celebración litúrgica,
– estos acontecimientos
– se hacen, en cierta forma, presentes y actuales.

De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto:
– cada vez que es celebrada la pascua,
– los acontecimientos del Éxodo
– se hacen presentes a la memoria de los creyentes
– a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos.

El memorial
– recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento.

Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía,
– hace memoria de la Pascua de Cristo y
– ésta hace presente el sacrificio que Cristo ofreció
– de una vez para siempre en la cruz
– que permanece siempre actual:

-«Cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz,
– en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado,
– se realiza la obra de nuestra redención».

Por ser memorial de la Pascua de Cristo,
– la Eucaristía
– es también un sacrificio.

El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta
– en las palabras mismas de la institución:
Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros y
Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que será derramada por vosotros.

En la Eucaristía,
– Cristo da el mismo cuerpo
– que por nosotros entregó en la cruz,
– y la sangre misma
– que derramó por muchos para remisión de los pecados.

La Eucaristía es sacrificio
– porque representa —= hace presente— el sacrificio de la cruz,
– porque es su memorial y aplica su fruto:

Enseña el concilio de Trento:
Cristo, nuestro Dios y Señor, se ofreció a Dios Padre una vez por todas, muriendo como intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para ellos (los hombres) una redención eterna. Sin embargo, como su muerte no debía poner fin a su sacerdocio, en la última Cena, la noche en que fue entregado, quiso dejar a la Iglesia, su esposa amada, un sacrificio visible —como lo reclama la naturaleza humana—, donde sería representado el sacrificio sangriento que iba a realizarse una única vez en la cruz cuya memoria se perpetuaría hasta el fin de los siglos y cuya virtud saludable se aplicaría a la redención de los pecados que cometemos cada día.

El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía
– son un único sacrificio:
– Es una y la misma víctima…,
– Sólo difiere la manera de ofrecer.

La Eucaristía es el sacrificio de la Iglesia.
La Iglesia, Cuerpo de Cristo,
– participa en la ofrenda de su Cabeza.
– Con Él, ella se ofrece.

Se une a su intercesión ante el Padre por todos los hombres.

En la Eucaristía,
– el sacrificio de Cristo es también
– el sacrificio de los miembros de su Cuerpo.

La vida de los fieles,
– su alabanza,
– su sufrimiento,
– su oración y
– su trabajo
– se unen a los de Cristo y
– a su total ofrenda, y
– adquieren así un valor nuevo.

En las catacumbas,
– la Iglesia es con frecuencia representada
– como una mujer en oración,
– los brazos extendidos en actitud de orante.

Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz,
– por Él, con Él y en Él, la Iglesia
– se ofrece e intercede por todos los hombres.

Toda la Iglesia
– se une a la ofrenda y a la intercesión de Cristo:

Encargado del ministerio de Pedro en la Iglesia,
– el Papa es asociado a toda celebración de la Eucaristía
– en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal.

– El obispo del lugar es siempre responsable de la Eucaristía,
-incluso cuando es presidida por
-un presbítero; el nombre del obispo se pronuncia en ella
– para significar su presidencia de la Iglesia particular
– en medio del presbiterio y
– con la asistencia de los diáconos.

– La comunidad intercede también por todos los ministros que,
– por ella y con ella, ofrecen el sacrificio eucarístico:

A la ofrenda de Cristo se unen
– no sólo los miembros que están todavía aquí abajo,
– sino también los que están ya en la gloria del cielo.

La Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico en comunión
– con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella así como
– de todos los santos y santas.

En la Eucaristía,
– la Iglesia, con María,
– está como al pie de la cruz,
– unida a la ofrenda y a la intercesión de Cristo.

El sacrificio eucarístico es también ofrecido
– por los fieles difuntos
que han muerto en Cristo y
– todavía no están plenamente purificados
– para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo.

LA EUCARISTÍA (SEGUNDA PARTE).

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