La Iglesia en Burkina Faso atiende necesidades básicas de desplazados, como los alimentos, medicina y refugio. Con 2.000.000 de desplazados internos, Burkina Faso se convirtió en el país con una de las crisis humanitarias de desplazamiento de más rápido crecimiento en todo el mundo, tal como indicó ACNUR. La imposibilidad de acceder a las tierras cultivables por los ataques yihadistas afectó gravemente la producción local.
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«Los grupos armados nos obligaron a abandonar nuestros pueblos. Gracias a Dios seguimos con vida, pero estamos empobrecidos. No tenemos trabajo, ni comida, ni agua, ni dinero para comprar… La falta de empleo y de recursos hace que cada día estemos sentados sin saber qué hacer; ni siquiera tenemos una casa», indicó Françoise, de Kandaga, madre de familia desplazada, con 8 hijos. Christophe, un padre de familia de Pama, tuvo que dejarlo todo cuando entraron los yihadistas y arrasaron.
Los islamistas, durante los violentos ataques, también se quedaron con el ganado, al dejar a la región en una situación desesperada. Frente a la situación, la Iglesia de Burkina Faso puso en marcha diversos proyectos de ayuda humanitaria, para proporcionar alimentos y medicinas a las familias desplazadas. «Nuestra labor va más allá de la ayuda humanitaria, se trata de devolver la esperanza y la dignidad de los desplazados», afirmó uno de los coordinadores de los proyectos en la parroquia de Linonghin, en la diócesis de Uagadugú, donde les proporcionan alimentos y asistencia sanitaria.
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