HABRÁ ALEGRÍA EN EL CIELO POR UN PECADOR QUE SE CONVIERTA.

Por Mario Ortega.

Lc 15, 1-10. Habrá alegría en el cielo por un pecador que se convierta. Jueves semana XXXI TO

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:

-Ese acoge a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo esta parábola:

-Sí uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

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Jesús acoge y recoge al pecador

  1. Llegamos hoy en la lectura del Evangelio del San Lucas al capítulo 15 que es el lugar donde encontramos las preciosas parábolas de la misericordia: la oveja y la moneda perdidas hoy, y el hijo pródigo más adelante. El contexto que da pie a Jesús a pronunciar estas parábolas es el hecho de que acuden a él todos los publicanos y pecadores. Y los fariseos le acusan por ello diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos.
  2. La frase que ellos pronuncian como acusación es una verdad como una catedral: Jesús acoge a los pecadores, los atrae con sus palabras; come con ellos, mostrándoles amor y confianza. Es que ha venido para eso, para acoger y salvar a los que el pecado tiene oprimidos. Ahí estamos también nosotros cuando nos sentimos atraídos por las palabras de Jesús. Jesús acoge siempre. Y no sólo acoge al que viene, sino recoge al que no viene, le busca.
  3. Me busca, te busca, cuando nos perdemos como la oveja respecto a las otras 99 o la moneda que aquella mujer extravía. Jesús recoge, sale a buscar y no para hasta encontrar al pecador. Y una vez encontrado y recogido, se alegra. Dice a los demás ¡Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja, la moneda que se me había perdido! Tanto la oveja como la moneda significan lo mucho que valemos para Dios, aunque nosotros no nos valoremos. Jesús acoge y recoge al pecador. Y esta es la alegría de Dios. Hay más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

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