Francisco rezó frente a tumba de no nacidos, al visitar el cementerio Laurentino, en las afueras de Roma, para celebrar una Misa en memoria de los fieles difuntos, el 2 de noviembre pasado. El Pontífice pasó unos minutos en oración en el ‘Jardín de los Ángeles’, una sección del cementerio dedicada a los niños fallecidos, incluidos los no nacidos.
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El Papa mantuvo un momento adicional de meditación en lugar de predicar una homilía formal. Al terminar, realizó una oración en la que reafirmó la fe en la resurrección de Cristo y destacó la esperanza de que «también los cuerpos mortales despertarán en el último día y los que durmieron en el Señor se asociarán a él en el triunfo sobre la muerte».
Elevó una plegaria por aquellos que sufren la pérdida de sus seres queridos, al implorar que Dios los consuele y recordó que «incluso los cuerpos confiados a la tierra serán un día partícipes de la victoria pascual de tu Hijo». Invocó la intercesión de María como «signo luminoso en el camino de la Iglesia», para que fortalezca la fe de los fieles.
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