El Papa elevó sus oraciones por la paz a la Santísima Virgen Salus Populi Romani, el domingo 6 de octubre, en la Basílica de Santa María la Mayor, en la víspera de la jornada de oración y ayuno por la paz en el mundo que convocó para el lunes 7. El Papa rezó el Rosario junto a los miembros del Sínodo, a quienes invitó especialmente a esta iniciativa.
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Imploró a María que conoce las fatigas «que en esta hora abruman nuestro corazón». «Necesitamos tu mirada amorosa que nos invita a confiar en tu Hijo Jesús. Tú que estás dispuesta a acoger nuestros dolores, ven a socorrernos en este tiempo en que estamos oprimidos por las injusticias y devastados por las guerras; enjuga las lágrimas sobre los rostros sufridos de cuantos lloran la muerte de sus seres queridos», reflexionó.
Exhortó a que nos despierte «del letargo que ha oscurecido nuestro camino y despoje nuestros corazones de las armas de la violencia, para que se cumpla pronto la profecía de Isaías: Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra».
«Madre, Reina del santo Rosario, desata los nudos del egoísmo y disipa las nubes oscuras del mal. A nosotros tus hijos llénanos con tu ternura, levántanos con tu mano bondadosa y danos tu caricia de Madre, que nos hace esperar el advenimiento de una nueva humanidad donde el desierto será un vergel y el vergel parecerá un bosque. En el desierto habitará el derecho y la justicia morará en el vergel. La obra de la justicia será la paz», rezó.
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