Francisco recordó que la unidad, tanto en la Iglesia como en el matrimonio y la familia, procede del Espíritu Santo y se alcanza «cuando uno se esfuerza por poner a Dios, y no a uno mismo en el centro», durante su catequesis en la audiencia general del miércoles 9 de octubre, en la que reflexionó acerca de la acción del Espíritu Santo en Pentecostés.
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«La unidad de la Iglesia es la unidad entre las personas y no se consigue actuando de manera teórica, sino en la vida. La unidad de Pentecostés, según el Espíritu Santo, se consigue cuando uno se esfuerza por poner a Dios, y no a uno mismo, en el centro. La unidad cristiana también se construye así: no esperando a que los demás se unan a nosotros donde estamos, sino avanzando juntos hacia Cristo», afirmó.
El Pontífice explicó que el Espíritu Santo trabaja por la unidad de dos maneras. «Por un lado, empuja a la Iglesia hacia el exterior, para que pueda acoger más y más personas y pueblos; por otro, la reúne en su interior para consolidar la unidad alcanzada. Le enseña a extenderse en la universalidad y a recogerse en la unidad. Universal y una, este es el misterio de la Iglesia», sostuvo el Papa.
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