Francisco denunció el aborto, a la que calificó de «práctica asesina que corta la fuente de esperanza de toda la sociedad», durante su discurso que abrió la Cumbre mundial sobre los derechos de los niños, en la Sala Clementina, titulado «Amémoslos y protejámoslos», el lunes 3 de febrero.
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El Pontífice habló de los niños que el mundo, con su fealdad y su violencia, hirió, dado que las cifras que hablan de la condición de la infancia hoy son aterradoras. «No es aceptable lo que lamentablemente hemos visto casi a diario en los últimos tiempos, a saber, niños que mueren bajo las bombas, sacrificados a los ídolos del poder, de la ideología y de los intereses nacionalistas», indicó.
Aseguró que «nada vale la vida de un niño; matar a los pequeños es negar el futuro». Dirigió su mirada a las «periferias difíciles, donde los más pequeños son a menudo víctimas de fragilidades y problemas que no podemos subestimar». «Las escuelas y los servicios sanitarios tienen que vérselas con niños ya probados por tantas dificultades, con jóvenes ansiosos o deprimidos, con adolescentes que toman el camino de la agresividad o la autolesión», sostuvo el Papa.
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