Francisco: «¡Cuántas personas generosas en Eslovaquia sufrieron y murieron a causa del nombre de Jesús!»

El Pontífice mencionó el ejemplo de los mártires greco-católicos que «testimoniaron el amor de Cristo en tiempos muy difíciles de esta nación, cuando todo aconsejaba no profesar la fe», al presidir la celebración de la Misa según el rito bizantino de san Juan Crisóstomo, en la plaza del campo deportivo de la ciudad de Presov, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Francisco: «¡Cuántas personas generosas
Foto: Santa Sede.

Francisco recordó «¡cuántas personas generosas aquí en Eslovaquia sufrieron y murieron a causa del nombre de Jesús!», al poner el ejemplo de los mártires greco-católicos que «testimoniaron el amor de Cristo en tiempos muy difíciles de esta nación, cuando todo aconsejaba callar, resguardarse, no profesar la fe», al presidir la celebración de la Misa según el rito bizantino de san Juan Crisóstomo, en la plaza del campo deportivo de la ciudad de Presov, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el martes 14 de septiembre. Es la tercera ocasión en la que el Papa Francisco celebra una Eucaristía en un rito oriental católico, al celebrar en el rito greco-católico eslovaco. La primera vez fue en 2019 en Rumanía donde celebró la divina liturgia en rito bizantino rumano, mientras que la segunda fue en Irak, en marzo de 2021, donde presidió una Misa en rito caldeo. Eslovaquia cuenta con más de un 60% de católicos de rito latino, pero también cuenta con una importante presencia de católicos de rito bizantino.

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El Pontífice reflexionó en la homilía que un cristianismo sin cruz se vuelve estéril, tras hacer presente la imagen del evangelista Juan al pie de la cruz: «Contempla a Jesús, ya muerto, colgado del madero, y escribe: El que lo vio da testimonio (Jn 19,35). San Juan ve y da testimonio», sostuvo. Al referirse a la celebración del día, explicó que «la cruz era instrumento de muerte, y sin embargo de allí ha venido la vida; era lo que nadie quería mirar, y aun así nos ha revelado la belleza del amor de Dios». «Si se ahonda la mirada en Jesús, su rostro comienza a reflejarse en el nuestro, sus rasgos se vuelven los nuestros, el amor de Cristo nos conquista y nos transforma. ¡Cuántas personas generosas aquí en Eslovaquia sufrieron y murieron a causa del nombre de Jesús!», enfatizó el Papa Francisco, quien indicó que ese «fue un testimonio realizado por amor a Aquel que habían contemplado largamente; tanto, hasta el punto de asemejarse a Él, incluso en la muerte».

Aseguró que actualmente tampoco faltan ocasiones de dar testimonio, aunque éste «puede ser socavado por la mundanidad o la mediocridad». Precisó que la cruz «en cambio exige un testimonio límpido; la cruz no quiere ser una bandera que enarbolar, sino la fuente pura de un nuevo modo de vivir». El Pontífice reiteró que «el testigo que tiene la cruz en el corazón y no solamente en el cuello no ve a nadie como enemigo, sino que ve a todos como hermanos por los que Jesús dio la vida». Pidió a los greco-católicos eslovacos que «conserven el amado recuerdo de las personas que los han amamantado y criado en la fe». «Personas humildes, sencillas, que dieron la vida amando hasta el extremo. Ellos son nuestros héroes, los héroes de la cotidianidad, y sus vidas son las que cambian la historia. Los testigos engendran otros testigos, porque son dadores de vida. Y así se difunde la fe. No con el poder del mundo, sino con la sabiduría de la cruz; no con las estructuras, sino con el testimonio. Y hoy el Señor, desde el silencio vibrante de la cruz, te dice también a ti: ‘¿Quieres ser mi testigo?’», ratificó.

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