Francisco exhortó a que «aprendamos de María a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu», tras proponer el «sí» de la Virgen como un ejemplo que nos impulsa a decirle también nuestro «sí» a Dios «cada vez que nos encontremos ante una obediencia que cumplir o una prueba que superar», en la Plaza de San Pedro del Vaticano, durante la audiencia general del miércoles 13 de noviembre.
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El Papa reflexionó que que el Espíritu Santo lleva a cabo su obra de santificación a través de la piedad mariana. Recordó que san Francisco de Asís, en una oración, saluda a la Virgen como «hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo». «Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo. No se podía ilustrar la relación única de María con la Trinidad con palabras más sencillas», afirmó.
Destacó que la Virgen María «es la esposa, pero es, antes que eso, la discípula del Espíritu Santo». «Aprendamos de ella a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, sobre todo cuando nos sugiere que nos levantemos con prontitud y vayamos a ayudar a alguien necesitado, como hizo ella inmediatamente después de que el ángel la dejara», sostuvo el Pontífice.
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