Francisco destacó la necesidad de dedicar cada noche un tiempo para realizar un breve de conciencia, al pasar por el corazón la historia de nuestra vida, en el tercer domingo de Pascua, el 23 de abril, antes de rezar el Regina Caeli. Reflexionó que «el Evangelio de hoy nos invita a contarle todo a Jesús con sinceridad, sin temer molestarlo —Él nos escucha—, sin tener miedo de decir algo equivocado, sin avergonzarnos de lo que nos cuesta comprender».
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El Papa indicó que «el Señor está contento cuando nos abrimos a Él; solo de este modo puede tomarnos de la mano, acompañarnos y hacer que vuela a arder nuestro corazón (cfr. v. 32)». «También nosotros, como los discípulos de Emaús, estamos llamados a dialogar con Jesús, para que, al atardecer, Él se quede con nosotros (cfr. v. 29). Existe un buen modo para hacer esto, y hoy quisiera proponéroslo: consiste en dedicar un tiempo, cada noche, a un breve examen de conciencia. ¿Qué ha pasado hoy dentro de mí? Esta es la pregunta», explicó el Pontífice.
«Se trata de releer la jornada con Jesús: abrirle el corazón, llevarle las personas, las decisiones, los miedos, las caídas, las esperanzas, todas las cosas que han sucedido; para aprender gradualmente a mirar las cosas con ojos diversos, con sus ojos y no solo con los nuestros. Así podremos revivir la experiencia de aquellos discípulos. Ante el amor de Cristo, incluso lo que nos parece fatigoso puede aparecer bajo otra luz: una cruz difícil de abrazar, la elección de perdonar una ofensa, una victoria no alcanzada, el cansancio del trabajo, la sinceridad que cuesta, las pruebas de la vida familiar», enfatizó.
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